olvieron con las manos vacías, confirmando que n
ión de Rica
les hombros. "¿Dónde la escondes? ¡Te juro que si no me lo dice
or, su rostro una máscara
rdad, señor. Que
a salió corriendo de la choza de la abu
a a mi
vuelto, la cara sucia de tierra y lágrimas, pero sus ojos... s
sus
da mañana. La misma mandíbula terca, la misma forma de la nariz
e aflojó. Se quedó mirando al niño, un
Ricardo, sin mostrar mied
", repitió, su vocecit
azó al niño, tratando de pro
, entra a la ca
con la cruel inocencia de un niño que no entiende las consecue
me habló de ti. Se llamaba Sofía. Dijo que tú la querías mucho, pero que luego la
abra era
fí
h
iño a la abuela, buscando una negación, una explicación, cualq
Ricardo, la palabra ex
lágrimas finalmente
aron toda la sangre. Dijeron que era para una t
pecho, un dolor tan intenso que lo dejó sin aliento, un vacío que amenazaba con consumirlo. Negación, dolor, rabia, todo se mezcló en un có