o en la sierra, levantando una nube de polvo rojizo, un dio
calculadores recorrieron el miserable caserío en busca
tenso, un miedo palpable, una verd
enfrentó con dignidad feroz, revelándole que
que su amada Sofía, cuya sangre prometía sana
Isabella misma había enviado hombres meses atrás para "
a ciega, acusándola de mentirosa y destrozando
se lanzó a proteger a la Abuela, y Ricardo se detuvo
l verdad: cómo su madre había sido desechada y lu
de que el niño era un bastardo, un recordatorio del engañ
quien, en un intento de protegerlo, cayó e
ialdad al ordenar que prepararan al médico: "Tenemos un donante. La
n destino macabro, sellando el trágico final