azaba con otra tormenta, un reflejo perfecto de mi estado de ánimo. No iba allí a pelear, ni a buscar explicaciones
que no era el mío. El lugar era un caos. Ropa tirada en el suelo, cajas de pizza vacías sobre la mesa de centro, ceni
pie tropezó con algo. Agaché la vista. Era el álbum de fotos que le había regalado en nuestro tercer aniversario, el que tenía la cubierta
er viaje a la playa en Oaxaca, la que él decía que era su favorita, ya no estaba. El mensa
do. La puerta de la habitación estaba entr
noche, junto a un vaso de agua a medio beber, había un frasco de perfume caro y un labial rojo intenso. Eran las marcas de Valeria. La
aba por la noche, diciendo que estaba en "juntas tardías". Las veces que Valeria mencionaba un restaurante o una película que "casualmente" David
as estaban apiladas en cajas de cartón en un rincón, sin cuidado, como si fueran los trastos de un inquilino anterior que se
el número de David. Neces
ndo tono, su voz
, Sofía? Es
, con la voz temblando a pesar d
sacaras tus porquerías. Valeria ne
rgüenza, me heló la sangre. No había remordimien
ue todo lo qu
en mi clóset, a los restos de mi vida en cajas. Y en lugar de se
de este lugar. N
nombre. Fue otra de las "formalidades" en las que David no
menor al del mercado, pero en efectivo y en menos de veinticuatro horas. Hice la llamada.
o documento, mi teléfono
n tipo aquí diciendo que compró el de
n grito de p
David. Ya entraron.
as están ahí! ¡La tele,
do en eso antes de tirar mis recu
el te
notificación de la transferencia bancaria. Una suma consid
en la mesa de al lado hablando por teléfono.
divino. David es tan espléndido, me consie
ra el que David planeaba comprar con el bono anual de la empresa. Un
án equivocados estaban. Me terminé mi café, el sabor amargo me resultaba extrañamente satisfactorio. La torm
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