las ideas antes de que pudieran nacer. Odiaba esa sensación en mi piel, pero me había acostumbr
tumbrarme a la pre
iendo un ruido agudo y autoritario sobre el piso laminado. Todos la miraban, a
mi escritorio, su perfume
a, qu
a dulce,
cliente de Monterrey? Ricardo lo
lla, sabía que si la miraba, vería esa s
está l
nte, linda. Necesit
tido en mi documento. Fue un gesto pequeño, casi imperceptible para los demás, pero yo sabía qu
or esta empresa, a las noches en vela preparando presentaciones que luego otros se atribuían. Recordé a David, pidiéndome que in
a mientras firmaba los pape
ad, mi amor. Para que
sta gente. Una traición que ardía lentamente, un fuego que
Era una invitación a un evento de la industria. Su nombre estaba impreso en letras doradas como
emblaban ligeramente, p
a. La que presenté la semana
ó, fingiend
cia. Supongo que las gran
. Nadie me defendió. Eran leales a quien tenía el poder, y en e
dencia," insistí,
, bajando la voz, pero con una amenaza cla
a en medio de un mar de cobardía. La
ccidentalmente". Su taza de café capuchino, lleno hasta el bor
un sonido siseante llenó el silencio repentino
as, horas de trabaj
mano en la boca, pero sus ojos brillaban de sat
ban, esperando mi reacción. Esperaban que
no lo
luego la miré a ella. Saqué un pañuelo de mi bolso y, con una
ije con una voz tan tranquila
cajón y saqué un
tengo un
ora de mi compañero de al lado
ner un plan B. A veces,
trajo por un instante, la sorpresa rompiendo su máscara de fal
mente saqué mi celular debajo del escritorio. No era a mi ab
e con el plan. Ejecuta la cláusula 17B del fideic
pudiera responder. N
tería paranoica. La cláusula estipulaba que si la gestión de la empresa demostraba un comportamiento perjudicial para mis intereses o si mi posición en la compañía era co
an provocado la condición. Y ah
uevo. Era David. Lo i
tes
uieres,
con unos amigos. ¿Podrías pasar por la tintorería a recoger
bomba que acababa de activar. No sabía que estaba hablando con la mujer qu
," dije, "lo
lg
trónico apareció en la pantalla.
ciosa, una que nadie en esa oficina podía ver. Pero para mí, lo era
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