lerancia había llegado a su fin. Las advertencias sutiles no habían funcionado. Sofía no entend
to de darle una lecció
ría. Pero no para hornear. Se sentó en su peque
, contestó una voz femen
¿Qué pasa?
el camino de los negocios con una ferocidad que los había convertido en una de las familias más i
vor", dijo Ricardo, su vo
su matrimonio, sino los hechos fríos y duros. Luis, el
concluyó Ricardo. "Algo gran
un momento. Luego, una sonris
e jugar al mártir, hermanito.
illo, pero bruta
ción era arrogante: "Trabaja duro, juega más duro. Gracias a la mejor jefa del mundo por reconocer el verdadero talento". La pub
, Ricardo eje
e de lujo. Uno tras otro. De ellos, descargaron no uno, sino cinco superdeportivos de marcas que hacían que el
cuerdas de terciopelo rojo a su alrededor. Un enorme cartel fue colocado encima: "Felicidad
de la ciudad enviaron reporteros. En cuestión de horas, la imagen de los cinco superdeportivos fr
letamente sepultada. Su alarde
bajo pasaban por su escritorio, fingiendo no mirar, pero con sonrisas apenas contenidas. Le habían enviado enlaces a la
n su panadería, observando la escena desde
r, solo una frí
simple panadero. Que tenía recursos, poder y una familia que ella había subestimado por compl
e habría una confrontación. Pero por prim
icho todo lo que él necesitaba decir. Le había demostrado a Luis, a Sof