a una respuesta, que lo obligara a hacer algo. Marqué su número con dedos temblorosos. Sonó una, dos, tres veces. Estaba a punto de colgar cuando la llamada s
respiración. La voz que escuché no era la de Ri
sa es tan intensa. ¿N
Is
risa de Ricardo, una risa relajada
e pasará el berr
la tela, seguido de un suspiro
sabel con una risita. «
que encajaba perfectamente en su lugar. La inquietud, las excusas, la defensa de Isabel..
léfono contra la pared, maldecirlos a ambos. Pero entonces, la imagen de la carita de Luna apareció
mblor de mis manos. Apreté el botón para
car
l otro lado de la línea, seg
a, ¿qu
cortándolo. Mi tono no era de súpl
padres. Ya te lo dij
a casa. Ah
ahora, est
tás engañando. Pero eso no me importa ahora.
o», dijo brusc
che y salí disparada hacia la comisaría más cercana. No importaba lo que Ricardo dijera, no importaba si era una
aciencia profesional. Le conté todo: la visita de los abuelos,
cabeza, su expresión era c
s y su padre sabe dónde está. No podemos clasificarlo como un secuestro. Es una
ndo! ¡Está con otra muje
das. No podemos emitir una alerta de bú
se suponía que debía protegerme me estaba fallando. Mientras caminaba hac
? ¡Acabo de recibir una llamada! ¡
nada hasta qu
y les dije que todo era un malentendido familiar! ¡Les dije q
ba usando su poder y su aparente cordura para pintarme a mí c
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