ire se sentía pesado, cargado con una premonición que no podía nombrar. Mis suegros, como solían hacer de vez en cuando, habían venido a buscar a Luna para pasar el fin de sem
preocupes, Ximena», dijo mi suegra, sonriendo
l aire mientras el coche se alejaba. Me quedé en la puerta mucho después
é varias veces, pero mis suegros siempre tenía
n el jardín, no
mirse la sies
película, está
el domingo por la mañana, la ansiedad se había convertido en un pánico sordo. Ricardo, mi
padres. Saben cuidar a su pr
mal presentimiento. Prometieron tra
sonido de su fastidio, el preludio de una discusión en la
n por la noche, como dijeron.
vidada, sino por la forma en que minimizó mis sentimientos, llamándome «demasiado sensible» y «dramática». Aprendí con el tiempo a tragarme mis emociones para mantener la
rar un punto medio que calma
ue la traigan después de comer, no
ude escuchar la voz apagada de su madre al otro lado de la línea. La
parque de diversiones por la tarde. No seas así, Xime
cundario, algo que hizo que el hielo en m
también irá. Ayu
nté en la mesa de la cocina, la comida que había preparado para nosotros ahora me parecía un montón de cenizas. No podía tragar. La traición era un sabor amargo en mi boca, una sospecha terrible que
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