nta displicencia no duraría para siempre. Con el corazón encogido, tuve que volver a la oficina. La
de vuelta fu
es se detuvieron en seco. Las cabezas se giraron. Sentí docenas de ojos clavados en mi espal
est
bre, ¿te e
fonso... y se llevó
ergüen
gedia personal se había convertido en el chisme de la oficina, un espectáculo para que todos lo comentaran. Quería gritarles que se
ento de contabilidad, se acercó a mi cubículo con
mo estás? Escucham
s," respondí, mi voz más á
, bajando la voz. "Dicen que Clara te dejó por Alf
sí que ya no eran solo susurros. Era un he
te, incapaz de
de lástima. "Lo siento mucho. N
Solo confirmaban que mi vida privada est
o masivo llegó a la bandeja de entrada de todos los empleados. E
uncio de Reestructuración del
eo. Mis ojos escanearon el texto ha
proyecto, con efecto inmediato. Por favor, denle todos la bienvenida a Alfonso Reyes en su nuevo rol
gado en bandeja de plata a mi reemplazo, al hombre que había destruido mi familia. No solo me había robado a mi esposa, ahora también me
tan abrumadora q
mi orgullo y me sumergí en el trabajo. Me convertí en una máquina. Llegaba temprano, me iba tarde. Apenas veía la luz del so
icularmente compleja del proyecto, una que sabía que Alfonso no podría manejar por sí solo.
me desplomaba en la cama, solo para despertarme un par de horas después por su llanto. La combinación
ros empezaron a bailar. La habitación comenzó a dar vueltas. Un sudor frío me recor
on. Lo último que vi fue el techo de la oficina gi
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