mirando la pantalla, el nombre "Ricardo" brillaba en la oscuridad. El homb
vió a sonar. Es
dijo, su voz pl
yo estamos preocupados". La voz de Ricardo sonaba genuinamente desconcert
alabra le supo a
í", respondió ella, co
tengo una explicación para todo. Mañana te buscaré y hablaremos. Te llevaré a cenar al
a, probablemente de un restaurante carísimo. Langosta, espárragos, una copa de vino espumoso. D
el suelo de su cocina, compartiendo una tortilla fría con sal. Era todo lo que tenían par
rodó por su mejilla.
cardo. Luego, borró su contacto. Era un gesto pequeño
uchando el mar, sintiendo el vacío que había d
pequeño cuarto que alquilaba a Doña Carmen y le pidió que regalara sus pocas pertenencias. Tomó un
nadie la conocía. Encontró un trabajo limpiando habitaciones en
lencio, de trabajo duro y de un dolor
o, se encontró a Ricardo esperá
ualmente bronceado y relajado
ios te pasa? ¡Desapareces sin decir nada, apagas
. Pasó a su lado y abrió la puerta
bía una cama y una pequeña mesa. R
chitril? ¿Después de todo
Ricardo exudaba un aire de riqueza y poder que no encajaba en ese lugar. Su piel estaba cuidada, sus man
, Ricardo?", preguntó
sconcertado p
r amasar una fortuna, ¡una fortuna para nosotros! ¡
pe en el estómago. Pero Sofía no se i
acción, se acercó y la tomó por los b
so. Sé que estás enojada, pero tienes qu
ejilla. Ella no sintió nada. Ni asco, ni rabia, ni amor. Solo
oltó, f
a. Antes no eras así. A
se asomó en su voz, una frialdad cortante. "Creía
n había terminado. Ricardo se quedó de pie en medio de la habitación, respirando c