a copa de vino, un Malbec que yo mismo había creado, pero no sentía su sabor. Era el noveno anivers
io de salvar la pequeña viña de mi famili
o de diseñador. Patrick, su asistente personal, estaba a su l
resonando con autoridad. "Hoy no solo celebramos nu
o me quedé quieto, sintiendo
," continuó, acariciando su vi
entre. Sabía que ese hijo no era mío.
uestro bebé," dijo, mirando a su asistente con una ternura que nu
segundo, luego fue reemplazado por murmull
e muda, necesitarás desocupar tu habitación. Te quedarás en el cuarto de servicio. Y a part
e Scarlett, el único que me mostraba respeto, fr
recordarlo. "Ese sacacorchos de plata que tanto te gusta
, el hombre que me enseñó todo sobre el vino. Era mi últ
lsillo. Mis manos temblaban ligeramente. Se lo ofrec
ó el suelo de mármol y rebotó, la punta afilada rasguñando
más por sorpres
cia mí, su rostro u
dele perdón! ¡Arrodíllate y
Sentí el peso de nueve años de humillación aplastándome. Pe
Miré a Patri
oz vacía de emoción. "Espero
Scarlett. Caminé hacia la salida, escuchan
rrastrándose en menos de una hora,"
a que no dura ni la
ca de Mendoza. Un lujoso Audi negro, con las luces encendidas, me
de Leonor.