a sobre mi mano quemada. El dolor era agudo, como mil hormigas mo
tro primer aniversario. "Para que aprendas a tocar el piano, como siempre has querido," me dijo. Ahora es
. Un par de camisas, mis herramientas de tallado. Era ho
Scarlett. Su rostro estaba tens
oz era dura. "¿No puedes esperar a que l
. ¿Calmarse? ¿Despu
jo, su tono suavizándose un poco, pero aún llen
peó. ¿Cuándo había intentado ella comprender
gritó. "¡No te quedes ahí
ndo la puerta con tanta fuerz
ximo insistió en que fuera. "No puedes ofendernos así," dijo con
ollar de diamantes para la madre de Máximo, gastando una fortuna sin pestañear. Luego, miró en mi dirección y dijo al
adura en la cara. Sabía que todo había terminado
por nada. El dinero en mi bolsillo era para mi abue
rozo de madera de copal, muy anti
do de mi familia. La madera que mi abuela tuvo que empeñar hace años para pag
eta. "Doscient
io. Todos me miraron. M
ta mil," dijo, mirá
l," respondí, m
iento
mill
e la madre de Scarlett. M
mil," dijo Máximo, s
," dije. Todo
ogió de hombros, derrotado. Pero entonces
es de pesos,"
abía ganado. Mi última
rozo de madera que representaba mi alma, mi leg
mi amor," dijo, con
ó de la mano, haciendo un