e de la finca en La Rioja era pesado y olía a tie
s, estaba sentada a mi lado, su rostr
, le hice la pregunta que me había c
guna vez m
miró, y en esa breve vacilación encont
rrespondido, un matrimonio que solo fue un
, mi último deseo, fu
ra conocido. Ojalá nu
todo se vo
uz del sol me
ciano, sino en mi habitación de adolescente, con pósteres de fut
no recordaba. Me miré las manos, no había arrugas n
ed tenía una fecha marc
ntes de la S
iocho años
bios, una risa que sonaba extr
gunda oportunidad. Y esta vez,
me casaría co
iviría mi p