e la pregunta a mi esposa Lina que me había carco
o correspondido, un matrimonio por contrato que me llevó a mi último
todo se vo
uz del sol me
ación de adolescente: ten
rtunidad, y esta vez, no cometería el mi
vez transfiriéndose a mi instituto,
do, acorralado, ella soltó la bomba: «Yo t
mi rabia ardía. Recordaba
o, mi mundo se desmoronó, confirmando cincu
lena calle, cegado por el dolor la hu
el sur, a la playa, buscando con
tanto? ¿Por qué no p
es, escuché una voz suave y temblorosa a
Me había