es. Para castigarla, la arrastró hasta el bal
uál es tu lugar", le espetó, antes de
s de su marido llevándosela a la cama. Se acurrucó en un rincón, temblando, no de frío, sino de una rabia i
ado sobre una mesita, la sacó de su letargo. Vio la pantalla a trav
"¡Mateo! ¡Mateo, por favor, es el
za de Mateo apareció. Tenía el pelo
ora? ¿No tienes suficient
imas corriendo por sus mejillas. "El h
rió. "Ay, qué buena actriz. Seguro que es otra de tus tretas para
Ya no sé cuándo mientes y cuándo dices la
sola con el eco de la risa de Isabel
Vio una pesada maceta de terracota en una esquina del balcón. Sin pensarlo dos v
ortándole los brazos y las piernas. Pero no sintió el dolor. Salió corriendo de
tempestad en su interior. Corrió por el largo camino de entrada de la v
Un Bentley negro se detuvo a su la
Alej
una urgencia tra
coche, empapando el lujoso cue
de Málaga. Rá
oche. Durante el trayecto, le ofreció un pañuelo de seda para secarse y una b
, dijo, y le puso algo pequeño y duro en
tarra, hecha de un material oscuro y pu
en la mesa de operaciones. La habían traído después de un terrible accidente de coch
illo, sola, con una púa de guitarra e