e Mateo en Marbella. Sofía se mantenía erguida, con la espalda recta, una estatu
triunfante. A su lado, agarrada a su brazo, caminaba una chica joven, una bailarina de algún
se detuvo. Era el ritual de
falso cariño que a Sofía le revolvía el estómago. "Isabel
las que él mismo le regaló para su boda. El
lando los Manolo Blahnik de Sofía.
ios de Mateo, empezaron a r
a que esta
que se queda,
evo golpe para la dignidad de Sofía. Era el espe
su interior se había extinguido hacía mucho tiempo, dejando solo cenizas frías. Esta era la vez número cien
l divorci
rro, pero resonó en el si
Otra vez con lo mismo? ¿La ce
que mañana por la mañana me estará preparan
deró de la sala. Nadie se a
y tranquila se alzó de
. Apuesto a
dro, el principal competidor de Mateo, el único que no le temía. Sus ojos se encontraron con l
rprendió a todos, se agachó y se quitó los zapatos.
ando te canses de él, te diré dónde viven las otras. Hay
archarse descalza, a dejar atrá
Su sonrisa había desaparecido. "Ese vestido que llevas, lo pagué
d contuvo
tate
mucho tiempo, no vio al hombre que amó, sino al monstruo en que se había convert
nterior, ante la mirada atónita de todos los invitados. No había vergüenza en su rostro,
vuelto en contra. Rápidamente, se quitó la chaqueta de su esmoquin
!", gritó, expulsando a sus invi
a había