idencia de estudiantes de Santiago. Abrí los ojos en la litera, y abajo, C
ando telarañas? Si no tienes ni para u
ecuerdo me golpeó como una ola: la sonrisa de Carmen, el folleto
la salida de clase. El club de alterne donde me obligaron
rocas, el mismo mar que le dio la vida y la miseria
de Carmen antes de que todo se volviera negro. ¿Cómo era posible? ¿Cómo había te
una vida y otra, había aprendido algo. Usura. La palabra resonaba en mi cabeza. En
orosa, tal como ella esperaba. «¿De verdad? ¿Tu familia me podría pres