bía terminado. Los últimos invitados se fueron, dejan
Era mi santuario, mi única posesión real, aunque nadie en mi fa
en su sillón favorito, con l
temblorosa. "Recuerdas lo que me
estaban fijos en un partido de
ué c
os mudaríamos a Sevilla. Abriríamos un pequeñ
a risa seca y c
a esos sueños. Tienes casi sesenta años
revisando su teléfono en
n nos cuidaría a nosotros? ¿Y a
ió sin apartar la vista
disfrutar de ser abuel
ómago. No era una bendi
jé a la cocina por un vaso de agua y vi
a en la pantalla. Una co
zón se
la próxima semana. Para ver
eros estaban claros: Jav
nto nomb
her
se hizo añicos en el suelo. El sonido fu
se des
tía como un chiste cruel.
por ellos durante treinta a