frío y distante, mirándola con un
yudaba. No obstante, al pensar en la forma que sus subordinados la rastrearon esa mañana, exigién
ntras sacaba la tarjeta dorada de su
a cara, dejándole una marca r
aron boquiabiertos, y sintieron un escalofrío colectivo al ver a
ntensos parecían nublados por la ira. Una pre
r, haciéndoles rápidamente una se
cionar, estos la agarraron y la o
es a nada?", la reprendió en voz ba
helada de su jefe, y bajó la c
o y luego señaló a los guardaespa
mponente que nadie allí se
da, y aunque sus ojos se habían humedecido un
devolví la tarjeta. La próxima vez, n
no les hubiera prohibido tocarla, se habría asegurado
Sus ojos se clavaron en su rostro implacablemente, y aunque todavía la amargura y fru
isma que debía olvidar el hecho de que la llamaran "l
lévala a la s
ica hubiera tenido para retirarse. Lo peor fue qu
ansión con sus largas piernas, mientras los guardaespa
e estar, ella lo vio de pie
scabullido en silencio, dejándolos s
o, con una mano casualmen
era sofocante, y su autoridad inconfundible resultaba tan o
que había reunido antes ahora se desvaneció por
abrió la boca para hablar con voz fría. "Dime quién te
conteniendo por el hecho de que sus subordinados la amena
hacia adelante para golpear
ande agarró su cuello, d
ir tan pequeña e indefensa como una niña, y ant
!", gritó al tiempo qu
a era demasiado vasta, por lo
mentara y, de repente, le a
bre. Sin embargo, sus reflejos fueron ráp
cieron en la chica, y el frío en ellos se
e provocarlo, ella sigui
rendirte", sugirió Nathan en voz baja y con
caba y luchó por soportarlo, pero su visión comenzó a
Anoche me pediste ayuda y me entregaste esa tarjeta voluntariamente. Si crees
cir, ella había accedido a estar con él pese a su inexpe
e soltar un profundo suspiro, se enderezó y trato de recomponerse. "Señor, ya te dev
naron en su mente: uno podía s
abía hecho
llamó decidid
con una actitud respetuosa. "Señor P
lyn se quedó completamente en blanco a
r tenía la persona a la que