atador, era la envidia de todos, con un futuro brillante
y Valentina, dos almas oscuras, subastaron mi diario personal
do con la apuesta de mi nota perfecta que, una vez perdida, se convirtió en un hu
recipicio, sumida en una desesperación que solo se vio interrumpida por una e
mi cama, dos semanas antes del examen de la EBAU, renacida con un ú