sexo anal. Yo me avergonzaba de hacerlo con mi novio, por eso acepté acompañarla a una fiesta
ierde la oportunidad de echar un polvo, y yo siempre escuchaba sus historias c
ituta en un club de alterne. Lo ocultó de mí durante mucho tiempo. Simplemente noté que empezó a te
varios hombres a la vez. Me contó en detalle cómo uno de sus clientes le qui
ara Anya, solo hablaba de eso. Empecé
lvía loca cuando varios extra
anchado a tres jóvenes sementales justo en la parada de autobús; les llamó la atención su minifalda,
rprendí mientras íbamos hacia la parada para lue
nombres – se defendió Anya.
iempo de ver sus mie
a erección – respondió mi amiga. – Vika, no te preocup
sé de ese viaje. Nos recibieron dos chic
me habías dicho que tu amiga tamb
jé y bajé
vez que salgo de casa a alguna parte. Si voy a un club, llamadas a montones. Otr
Artur. – Quizá s
es el control frea
Tu n
o vergüenza admitir que había venido
su tercer amigo?
la zona allí – dijo