inmobiliario, ocho años mayor, un hombre conocido por su frialdad en los n
sus manos. Si los dolores premenstruales la doblaban de dolor, él cancelaba reuniones millo
la llamaba
Sofía. Tu alma es mi due
. Ella siempre pensó que era un homena
ta
n libro antiguo de cante jondo y, por accidente, empujó un
staba vacía. Solo había
a, sentada con un violonchelo. Se parecía a ella,
laca de bronce dec
la vuelta al lienzo. Había una dedi
l único duende qu
bel
sentido. El yate, el apodo, la obsesión por
ión oculta. No lloró. No
es. El niño ya se movía dentro de ella. Durante el procedimiento, mordió una toal
a le preguntó si quería la
se derrumbó. Lloró en sile
mar a su abogado. Le pidió que r
a, llamó a Alejandro. Antes,
asa, mi
esitó veintit
Se oía el ruido de una gala benéfica. La v
vuelve a España y Alejandro deja plantada e
migo a
le iluminó la cara a Alejandro cuando la vio? Lleva año
on algo de co
la vi mirándolo como si fuera Dios. Si yo tuviera a esa m
la se quejó de que le dolían los pies por los tacones y
le resbaló de la mano. Su
onó. Era Alejandro. Su voz, esa que la ha
n? ¿Ha habido torment
o resp
, pero volveré tarde para estar
do. Su voz salió
tenemos qu
voz de mujer se oyó
siento un poc
o un instante. Lu
amor. Papá v
co
de caoba del salón, dejó dos cosas para él. El
fía de su hijo de cinco meses y un par de
razón puro, merece vi
, pero no
Solo se llevó una maleta con la r