la, Alejandro era pura ternura, llamándola "mi duende" y nombrando su
sión. Dentro, un retrato frío, "Duende Eterno", y una dedicatoria de Al
co meses y gestionó el divorcio. Esa noche, sus amigos revelaron que ella era solo un
tra? La traición vació su alma más que la pérdida de su beb
os patucos. Sin mirar atrás, Sofía abandonó la mansión, decidida a