n, sus miradas iban de
pero se recuperó rápidamente, af
tando de sus ojos. "Sé que estás enferma, que me odias por
z consumada.
ilidad, había engañado a todos. A mi prom
res que debía
mi nombre", le advert
erpuso. "¡Ya bas
la infancia, el gitano al que mi familia le dio u
ostro una máscara de
sto más difícil", dijo, su voz desprovi
e a los ojos. "¿Tú también? ¿Después
su rostro, pero desaparec
ontoya", respondió, y su mirada se desvió
obsesión que lo llevó a apuñalarme en mi vida ante
demuéstral
fusión en
ees que esa impostora es la heredera,
"Isabela, ¡detente! Ja
a un código, y su orgullo, su mayor debilidad. Desa
sistí, mi v
que siempre llevaba,
vez sería
En mi vida anterior, me habría quedado
estaba p
s y golpeé un punto de presión en su muñeca con la precisión de un cirujano. Un movimiento que mi
l suelo con un t
e miró,
tiempo a
él, agarré su cinturón y tiré con todas mis f
e escapando de sus pulmo
mi rodilla en su pecho
miraban con los ojos muy abiertos. El prometido d
testigos de algo
ando en el silencio, "vuelv
sin apartar la vista
dome a la multitud. "¿Algui