durmió
cruzadas y las manos apretadas entre sí, mirando fijamente la puerta cerrada de su
o se sentía artificial. El reloj marcaba las 02:58. La pantalla de su tablet seguía encendida, proyectando un cóo desde hacía seman
encio. Le había prometido que esperaría, que se mantendría dentro del plan. Que no haría movimientos im
, no se trata
una m
pers
r del lado este tenían una micro interrupción de enfoque durante los protocolos de mantenimiento de las 03:40. Un
ional, sin marcas. Se recogió el cabello en una trenza alta y metió un microdispositivo en el bolsillo interno de
o OR-17, área Omega". Tenía la autorización adecuada. Una que había forjado días atrás con acceso temporal. Lo bastante limp
egundos en activarse. Suficientes para
no lo
una consola secundaria encendida en modo espera. La interfaz parpadea en azul pálido. Había al
e: patrones de acceso manipulados, desvíos de tráfico interno, pruebas
s
e Br
a vez pensaron que podían
yó en la pantalla, en vo
dedos. En la base del
Mantén el
Pero al mismo tiempo, supo
ía por
metía estabilidad a cambio de silencio. Por la joven que una vez soñó con marcar una
haces esto, ya
ue un estruendo. Como si ya
amente. Lo supo
n Iri
o observándola con esa expresión casi clínica, como si ella fuera un fenómeno
dvert
cho -respondió Lucía, con
no se
ía él quien lo
no dij
e entrenaron para resistir -agregó con una sombra de mela
detrás de el
completa. Dat
sin apuro. Miró a Julián con más pregunt
a dete
undo más largo de lo nece
o
enc
or
ijo, con una voz que tembló, casi imper
untó quién. N
ese cansancio antiguo
a se quedó ahí unos segundos más, procesando lo que acababa de hacer. No s
arte de la
taba obe
sión. Consciente. Sol
abía sellado
iendo. No
ión, por estrategia... o porque en algún rincón aún le queda una
temblar por dentro. Fue solo un instante, apenas un latido, pero estaba ahí. Y me pregu
r. Porque en mí vio a la mu
que yo sí p
este sistema infectado de lealtad
segura
eza brutal: no hay regreso. Ni para mí, ni para él, ni
o me miró, por un inst
ntí v
o una
una fi
guien que el
r, es lo más peligr
o a un espejo de seguridad. S
a mujer que le d
í la r