do años para esto. Mis manos se enredaron en su camisa, sus dedos ex
caricia. Me alzó con facilidad, llevándome por un pasillo hasta
pie junto
, y tiró lentamente de
el hasta quedar a mis pies. Estaba tem
siempre. Había algo reverente en su tono, como s
e descubría como si fuera un tesoro. Yo también lo toqué, explorand
tó en la cama,
le
ica
a era una d
o, una c
aliento. No había prisa. Solo necesidad, deseo y un tipo de c
e hizo suya, lo hizo
ritó su
xigió r
nza con su tact
, profunda, cargada de ese
i ya no pudiéramos fingir lo qu
, mientras respirábamos ent
iendo al mismo ritmo, y la sospecha silen
ave me golp
obre
es ventanas. Estaba en la cama, desnuda bajo las sábanas revueltas. A mi lado... nadi
bruma del sueño, del deseo, del calor que él h
puedes quedar
omo una cuchilla. Fría
con una camisa blanca impecable, el primer botón ab
n comprender. Lo
qué estás
trabajo. Y yo no quiero vol
dolía con el eco de su cercanía, pero sus palabr
andr
una mirada gélida-. Te
aliva, i
e que ver con lo
ente, como un depredador ca
pulso. Un favor que me hiciste con esa maldita foto. -Su sonrisa fue
suya era como una descarga elé
o que signi
e rió sin humor-. Fuiste tú la que cruzó la línea, Iskra. Tú enviaste esa
an asomar, pero la
pa. Yo no pedí esto. ¡No busqué esto! -espe
o vuelvas a confundirte, Iskra. Yo no soy un héroe. No soy un hombr
a vulnerabilidad. Me vestí con los restos de dignidad que aún m
ó. No se disc
apatos y tomé mi clut
un mis
Pero tranquila. A las dos nos queda algo: tú tu
pero su sombra me si
a tra
, sola, pero el dolor era de dos. El vestido de la gala seguía arrugado a mis pie
s de mis ojos húmedos, pero aun así marqué el únic
ó Lucía, con voz
ué s
favor...
na exhalación y el
os. Llego en pijam
moño mal hecho y una botella
l mediodía si te rompieron el a
indar desde anoche -respondí, se
on atención, con esa mezcla de ternura y rab
pasó,
mí c
mandíbula talla
ese m
a mi lado y sirvió dos copas. Me
¿
o largo ante
as que... me hicieron sentir como si fu
ó los labios
ta ma
to olvidado. Me dijo que no quería verme más en su
quedó c
é ca
empleada. Que me metiera eso en la cabeza. Y que si me sentía
ó, golpeando la copa contra la mesa sin
ue... desprecio. Como si me
tomó de
o sabe cómo manejar lo que siente. Y tú,
o qué
r mujer. Tú no te derrumbas por un
í me d
me a
. Con labios rojos, vestido impecable
. No puedo verlo. No sé si
se arrepienta de haberte subestima