e entregar su primera
vesó, Katherine Clarke se dio cuenta de que
into le decía que debía huir, pero su cuerpo, débil y desorientado, no podía moverse.
tó la mandíbula e intentó ocultar su miedo. "Al menos u
ndo, pero no dijo una palabra. Instantes despu
hasta que todo terminó. Completament
y vacía. El desorden en la cama y el dolor en su cuerpo le dejaron
e negocios resultó ser una trampa. La habían instado a beber copa tras copa, y cuándo que
só en Julian Nash, su esposo, quien acababa de regresar de un viaj
, dijo él, cuando finalmente respon
o en sus oídos. Con esa escueta respuesta, su esposo había hecho trizas no s
n su corazón se extendía por su ser, insensibilizándola.
ta de presentación se desliz
ente. En el momento en que vio el logotipo
vio el rostro de su agresor, pero jamás se habría im
Julian tuviera al
..
conocía demasiado bien: su marido había vuelto. Se detuvo
lgo tan sencillo, su confianza innata y su apariencia lo hacían irresistible: tenía
as la indiferencia se extendía por sus ojos.
preguntó con
n a mundos diferentes. Tres años atrás, cuando el padre de su esposo estaba muriendo, ella lo salvó al
que, con esfuerzo, incluso un hombre emocion
espreciaba. Durante los tres años de matrimonio, jamás la vio
aferró al hombre por un techo, sino por amor: quería que él la amara. Así que, sin importar la f
n atroz, pero tenía el presentimiento de que, al menos, su familia sí lo estaba. Por eso había entrado en esa casa con la intención de enfren
n la voz áspera, por to
t y sacó la camisa y la corbata que ella le había preparad
desayuno, que me voy en media hora", soltó, de
me, y declaró con voz tranquila y dec