r Vol
herida en mí cada vez que me subo a un escenario. Alejándome del pódium y dirigiéndome hacia la parte trasera, me topé con un grupo de hombres trajeados, disimulé a toda costa
iempre señor Volkova, su co
a, nada que nec
ando mis labios a mostrar mis dientes.- Ahora, si me discul
r aquí me volvería loco, todos saben acerca de mi peculiar personalidad y el poco con
esperándolo en la camioneta, hay un grupo
ar de manera tan eufórica y a veces es muy irritante para mí, sin despedirme ni esperar más elo
n de minutos me rodeó un pequeño grupo de chicos, algunos con mis libros en sus manos y otros tomando fotos de forma
logando como mi novia. Decidí ignorarla, no por falta de responsabilidad afectiva o porque amo ser algún hijo de puta, sino que simplemente a buen entendedor po
hacen que mi corazón se acelere y estallé en un abstracto frenesí, una explosión que expande mis má
si te sacudieran tan bruscamente que todas esas bellas cualidades que resaltan a la hora de vinculare desaparecie
rcharse en ese eterno camino en donde pensar en un retorno es una idea descabellada, y aun así, no pierdo la esperanza de reencontrarme con ella, ya sea en ésta vida o
ne en los medios de comunicación, y tampoco espero que lo sepan, me encargué de mantenerme en la vida de Carlisse como un esp
difícil cuando ya conociste a esa persona con la que pudiste haberlo tenido todo, la que te ayudó a ver el mundo desde tus anhelos y no desde tus batallas internas, Carlisse es todo lo
golpe de su perdida, quizás es porque ella así lo quería. Todas las mañanas al despertar, el primer pensamiento es el mismo: Carlisse
o quiere levantarse del sofá a cambiar de película y tratar de digerir lo que vio, en cambio, me quedó allí con las encandilas hecha pedazos porque no tendrá el final que esperaba tener, igualmente, ¿qué ironía verdad? Que ahora mi mente no sea capaz de escribir versos que griten acerca de un amor