4: Lo que
eterinaria donde era recepcionista. Llegaba en su bicicleta, con las mejillas rozadas por el frío y una sonrisa dispuesta. Saludaba a
, contener el llanto de alguien que había perdido a su mascota. Hanna se llenaba de todo eso: emociones prestadas, silencios largos, rutinas ajenas que pasaban
los zapatos para estirar los dedos y cerraba los ojos durante
era el trabajo de sus sueños, pero al menos le pagaban puntualmente y podía ahorrar poco a poco. En esa oficina, Hanna era meticulosa y o
loj marcaba la hora exacta. Se acomodaba en su pupitre, sacaba la libreta, y respiraba profundo. Las clases eran su único respirobados eran distinto
Fern
tricidad leve cuando entraba al aula. Esa forma en la que su voz llenaba los espa
do un par de frases. Pero había al
ado, el pelo amarrado en un moño apurado, y las ojeras que sus cremas baratas no lograban borrar. P
e dijo en voz baja-
onr