en el vidrio. Su buen humor era evidente; todo había salido según lo planeado, o al menos eso pensaba. Olivia estab
endo que era el número del hombre al que había contratado para acostarse con su hermana. Leva
estupendo trabajo -dijo,
ínea, la respuesta no
directo-. No pude cumplir con el trabajo. Algo pasó y m
ndo la copa de vino en la mesa c
su tono cargado de incredulidad y rabia
dar por un momento,
de seguridad del hotel antes de irme. Te enviaré
llegó a su teléfono. Un archivo de video. Con las manos temblorosas, lo abrió
s después, la puerta se abrió nuevamente y apareció Max Brook, el hombre más poderoso de Ciudad Imperial. Su figura alta
mbre que controlaba la economía y las empresas más importantes de
con fuerza. Su mente estaba trabajando a toda velocidad, trata
nfluencia y poder estaban a años luz de cualquier cosa que Maia pudiera controlar. Y ahora, si
asi inaudible, M
ué
si Max Brook se enteraba de lo que ella había intentado ha
ndo con manos temblorosas la prueba de embarazo que acababa de realizar. Los d
e, era el padre. Sintió náuseas, no solo por el embarazo sino también por el torb
eguramente la obligarían a abortar, alegando que era la única forma de salvar la reputación de la familia. Pero Olivia no podía permitirlo.
que había instalado una cámara oculta en la recámara de Olivia, había estado monitoreando a su herm
con lágrimas en los ojos, supo que algo estaba sucediendo. Decidió revisar las graba
podría salpicar a toda la familia. Sin embargo, cuanto más reflexionaba, más claro veía que este e
plan. Max Brook seguía sin saber lo que realmente había ocurrido aquella noche, y O
a de vino, su mirada fija
ró para sí misma-. Es
en un mundo que parecía estar en su contra, Maia se preparaba para desata