íos. Elena se encontraba nuevamente en el estudio, de pie frente al retrato, sumida en sus pensamientos. La ca
ada rincón parecía susurrar su nombre, cada sombra parecía reflejar la imagen de su rostro. Y aunqu
silencio como una caricia, como una melodía perdida en el tiempo. Era la misma canción. La que siempre había sona
ación, todo volvió con fuerza. El jardín que solían recorrer, los paseos sin rumbo, las tardes interminables en las qu
insoportable. ¿Por qué había vuelto? Se preguntaba si valía la pena seguir con to
ción de anticipación que había tenido cuando lo vio entrar esa mañana se apoderó de ella
cargada de algo más. Era una mezcla de dolor y búsqueda. Esta
abierto una herida que ella había intentado cerrar con todas sus fuerzas
nada de lo que sucediera ahora, lo que se dijera, cambiase las cosas. Pero s
sde la puerta. Era evidente que estaba buscando algo. Algo que no
da por la tristeza que emanaba de sus notas. Parecía como si el piano mismo lamentara lo que habí
scuchar. Pero aún así, las palabras salieron. ¿Por qué lo hiciste? Ese era el dolor de años,
aron atoradas en su garganta. El dolor la ahog
mento, ya no podía ocultar nada. El dolor la atravesaba como una flecha, punzante y afilada.
a huir otra vez. Elena deseaba apartarse, pero sus pies no se movían. La conexión entre ellos seguía s
brada por la angustia. Elena podía ver el dol
uardando, la verdad que la había mantenido prisionera durante tanto tiempo, sali
e en ti. Te amaba tanto que no sabía cómo salir de lo que sentía. Y tenía miedo. Miedo de que me
control, empapando sus mejillas, mientras la angustia se apoderaba de su pecho
o que menos esperaba. Se acercó aún más, y esta vez, no tuvo miedo. La tomó entre sus brazos, suavemente, sin decir nada, sin fo
mesas rotas comenzaba a desmoronarse. Nunca había permitido que nadie la abrazara así, no desde aquel día. Per
ra. Elena podía escuchar el dolor en su tono, como si él tambié
irada perdida. No sabía qué hacer con lo que sentía. To
disculpó, temblando, pero no podía detenerse. L
fue sencillo, cuando la idea de perderlo no la había destruido. Pero lo que es
huir de é
seis
rente a ella, esperando una respuesta que ella no podía dar. No podía, porque su amor por él era más grande que cualquier otra
las heridas que había tratado de cerrar volv
vir sin mí -Elena susurró esas palabras en su m