rado la puerta, pero Ellis sabía que el tiempo era su peor enemigo. Miró al hombre herido frente a ella con desconfianza. Cada músculo de su cuerpo e
su turno y ahora le exigía ayuda. Su respiración era profunda, pero su mirada era de acero, evaluando cada movimiento del hom
raba, pero no podía permitirse dudas. Este tipo estaba me
ia era evidente, y aunque estaba herido, su postura era d
se aire de superioridad que solo los tipos como él sabían mantener
de su boca le parecía manipuladora, y la sola idea de ayudarlo le resultaba incómoda. No conocía a este hombre, ni qu
de mí? -insistió Ellis, s
de ella. Una mueca de dolor apareció por un segundo en su rostro cuando apretó
una sonrisa arrogante cruzó sus labios-. Pero, si
l. No confiaba en sus palabras, ni en sus promesas. Sabía que los hombres como él no
respondió sin titubear. Ella no iba a dejarse manipular tan fácilmente. Si lo
más que no alcanzaba a identificar. Podía ver que estaba herido, pero eso no cambiaba el
n él. No se dejaría llevar por la compasión, pero algo en su inter
mantenía erguido, confiado, y esa era una actitud que a Ellis le irritaba profundamente. No
ma peligrosa, su voz grave como si ya supiera lo que iba a pasa
ser cautelosa. El tipo estaba herido, pero eso no significa
sta de él. Cada palabra que salía de su boca tenía la inten
ar cuánto te escondas. Ellos no tienen problemas en eliminar a cualquiera que
ación con un hombre peligroso, y no sabía quién más estaba involucrado en este asunto. Pero, lo
niendo su tono firme. No iba a ser una heroína, pero tampoco podía dejar a un
rápidamente, como si no quisiera mostrar ninguna debilidad. A pesar de su h
ía mucho tiempo. El hombre la observaba con atención, sin decir palabra, como s
re hizo que ella acelerara su rit
ue debería haber sentido no llegó. Estaba demasiado en alerta, demasiado consciente de lo que podía suceder. S
e cap