mo
a se llaman unos a otros. Él nunca estaría con alguien ordinario o de bajos recursos, alguien como yo debe parecerle inmundo e insignificante. Más con el estúpido gesto de asombro que no puedo borrarme de la cara, es iluso creer que un hombre como él iba a estar soltero, «mi n
privacidad. Ahora mismo quiero salir corriendo hacia la cocina y esconderme en la nevera, pero mis
a que tendría visita. Es un gusto conocerla, se
dice él sus ojos vuelven a fundirse en
mo estas las a ver en cualquier rincón de esta c
lla me lanza una mirada altiva, no hay rastros de bondad o inocencia en ninguno de sus gestos, lo hace deliberada
a privacidad a Simone; y no alardees como si lo hiciéramos en cada r
pas antes de venir -ella se encoge de
no que debería tomar yo; hago el intento, pero la actriz se me acerca. Su aroma es exquisito, lleva
cibida la forma en la que miras a mi novio. Te lo decía
que resguarda los pantalones del hombre con el que se acuesta. Nunca
ás que como un patrón, es
éeme cuando te digo que es el mejor hombre que he tenido, tan ardiente y atrevido; l
tiene a ti -la encaro con seriedad, no tengo que aguantar sus celos ridículos-. Y en cuan
esponderle; no puedo permitir que me acuse de querer acostarme con su novio, ¡es rid
cede
nreír con dulzura, «no s
dirige a mí, una sensación extraña me recorre el cuerpo, siento que los nervios vuelven a invadirme
irarme, le leeré un cuent
e que esta noche no
eocupe, señor, d
ión en mi espalda pesa, juro que
su cabello, es tan negro con el del padre; los dos se parecen mucho, de su madre no debió sacar ningún rasgo físico. Tampoco habla de ella, ni siquiera Edmond la menciona, ¿qué clase de m
flores blancas y los be
yunar con nosotras. El aroma es delicioso, los colores en las distintas preparaciones adornan la mesa. Sería una mañana perfecta si los rostros de las tres personas que me acompañan no estuvieran manchados por el disgusto. Éline n
a y la actriz rueda los ojos-. ¿Papá,
-responde él-. Espero que para Si
que será una l
la mejor, ¿v
e manipula toda la charla con Edmond para hacer rabiar a la actriz; sin dudas lo ha conseguido; los ojos de la
ntes de que Edmond responda a su hija-, todo está pasado de azú
dero que el punto del
s estándares de una buena alimentación. Imagino que lo que más t
ad, mi abuela es una mujer de campo, humilde y hospitalaria, así me crio, y me siento orgullosa de ello. Sin embargo, ser comparada con un cerdo o una gallina, en frente del hombre
mone, creo que es hora de que te marches y pidas
me estás c
nos segundos. Él mantiene la expresión más cortante que le h
é luego. El desayuno está exquisito,
en cada gesto. Su mirada se posa en mí, creo que es más que renco
, decido pasar el resto del tiempo viendo la televisión cuando entra la llamada de Ingrid, no he hablado con ella en toda esta semana. Es difícil ocultarle la nueva vida que llevo, es mi mejor amiga, pero me da vergüenza admitir lo
s, disímiles olores rondan el aire así como los juegos de luces que embellecen la estancia. No me gustan este tipo de sitios, me hacen sentir demasiando ordinaria. Intento darme la vuelta e irme, pero la mujer que agita sus manos efusivamente en una de las me
aza y me guía al asiento a su lado-. Les presento
o saberlos, lo único que pasa por mi mente es por qué Ingrid me hizo asistir al tipo de lugar
traes, Ingrid Roux -m
las bebidas se llama Leonard, lo conocí en la galería, compró una de mis p
necesitas para ligar c
nostras, quién sabe si alguno de ellos pueda interesarte, o ayudarte a conseguir un trabajo de
al amargado de su padre de por vida, pero mi explicación se escucharía peor que lo que ella acaba de proponer. Asiento, y vuelve a abrazarme
-cometa uno de los hombres-.
jos color azul cielo, una sonrisa que sería capaz de desnudar mujeres si él lo quisiera,
one, es
se une a nosotros, mientras Ingrid y Leonard comienzan a hablar solos, no pueden ocultar que se atraen, y me parece perfecto; Ingrid es una romántica, siempre en busca del amor de su vida, aunque la suerte suele darle golpes bastante duros
a amante de los p
aría ser perfu
a gran memoria olfativa,
es creo que es
una de las esencias del perfume que traigo y hablaré
ntiene en espera, no tengo porqué hacerlo, pero algo de mí exige que borre esa sonrisa de su rostro para que deje tomarme por una tonta manipulable, sería un triunf
son profundas, dulces y especiadas. Ti
ver su rostro estupefacto.
ar que me has de
subestimar a
dedos con los míos-. Soy un hombre de palabra, y tú, sin
a a mis espaldas. Siento que muero cuando veo quién es. El temblor
de los perfumes; Edmond Ar