ta de que en el momento en que el Sr. Quaresma muriera, solo tendría
con las manos en su parte también.
mo podían esos idiotas llevar esa vid
ara ayudar en los estudios de mi hermana y sostener la casa? ¡Iguald
é a la puerta del dormitorio, pero
Encontré al señor Quaresma apoyado
ión irregular. -¡Señor Quaresma! - C
. - Estos dos quieren quitarme la v
- respondí, el esfgmomanómetro o,
os, listo para empezar el screening
me vaya de una vez por todas para q
prensivo. - Terminaré con todo ant
calmarse. Coloqué el dispositivo
esa. Y no había nada más, presión
tas del mueble del baño para cons
se quejó. - Yo no dije eso... Y
erto para poder sacar una sola p
y lo encontré acostado, con los oj
onadas y la cara roja. - ¡Ay dios m
la mano, marqué el número de em
las escaleras para que alguien me e
e al hombre de costado y lo sostu
a la dirección... - Di nuestra ub
Cuál es la emergencia, señora? - Yo
, fui a buscar el medicamento y se
parece un derrame cerebral, pero
n en la puerta mi madre y Flávia,
r favor, es urgente - le advertí, c
- Gracias. Colgué la llamada, e hic
s auxilios. La ambulancia llegó a t
Sabrina, que todavía estaban en cas
didos. Fueron cinco días en los que
CI. Sabrina se esforzó en evitar vis
rabajo, obtuve información sobre su
nos paros cardíacos. El señor Quare
No dijeron nada. No nos dijeron dón
dijo mi madre por teléfono despué
Sabrina es realmente desafortunada
das lo difícil que fue cuando tu pa
. A veces me preguntaba si era po
n cristiana. Porque fue muy malo p
jando con el señor Quaresma, así q
i garganta se apretó más. La noch
ento del señor Quaresma, lloré com
ombre que murió peleando con sus h
lgo mejor para ellos, y la necesi
realmente lo enfermó. - Pobre se
n sabe, tal vez ahora, después de lo
les de las orejas-me quejé. - Sabes
er. - ¡Compasión! Sabrina estuvo aq
lgo así como gente grande, ¿no? -
terrada, todos van a comer a su casa
eral de su padre. - Tengo que colga
. Me senté en el sofá y, sin saber q
demás de mi familia, todavía estab
rde concentrado en enviar mensajes
pude darme para recuperar el orden
hogar. No podía esperar para desh
hábito de mi padre de encariñarse. A
ibió el mensaje de encontrarse conm
uro de la puntualidad del ama de ll
i siquiera se ha quejado de enferme
tener a su segunda hija, Bruna, y du
bre del que ya tenía de baja por mat
ena en lo que hacía. Cumplía órdene
muchos empleados. Sin embargo, m
. Para colmo, cuando le conté a
que sería necesario. Se opuso al d
nifcar nada para él, ni siquiera ve
no arriesgarme. Cortaría el mal de r
ntraran. Lo hizo con calma, segura
ina - dijo cortésmente. Estaba mol
más, en ese momento yo era la señ
gustaba demasiado como para usar
se apellido. -Siéntate, Sara. No fui
me obedeció y se sentó, incómoda, e
ntos años y Sara nunca dejó de ver
por Dios, la mujer era a