grupo que había acudido era una despedida de soltero que, desde luego, no esperaba verle bailar y hacer su st
ánto tiempo más podría sobrevivir con el escaso sueldo y los pocos e
siendo un crío. Pero hacerse adulto muchas veces significaba ver cómo lo
todos los que trabajaban allí sabían que no le quedaba mucho para poder dar esa mano de pintura que tanto le hacía al local, y cambiar los dos focos fundidos del esce
ro; pero, por lo visto, vivir en Texas, ser hijo de inmigrantes por mucho que hubiera nacido en Estados Unidos, que su ingl
arse a limpiar suelos. Personalmente prefería lo primero. Muchos decían que
spedida de soltero buscaban tetas y culos diferentes a los suyos, lo que s
nza de haberse equivocado, pero allí no había más de doscientos c
permitirse: un par de pastillas para el dolor de cabeza, un sobre de paracetamol para el resfriado y las dos últimas dosis de insulina con las q
a sobrevivir en su caso no era lo mejor para su salud, pero no tenía dinero para
stiaba la idea de imaginarse metido en una oficina o convertirse en dependiente en una tienda. Se
gustaba la idea de terminar en el hospital porque odiaba las preguntas sobr
to era él el que no transmitía seguridad a los farmacéutic
mpre llevaba encima y se apoyó en el mostrador
eceta, como si fuera a cambiar de algún modo lo que el ordena
en? –pregunt
ue viene no tienes más cajas d
nrió con
ecesito una caja más
ue comprarla por su precio total –dijo la farm
uro médico no entra el medicamen
eso era lo que parecía que sentía por él; lástima y poco más. No dijo nada y c
y sacó la cartera de la moc
nto cuesta una ca
leó en el ordenador
probó. Necesitaba dejar aparte cien dólares para los recibos, de la luz y el a
ré. Espero hasta el me
a que el problema era del sistema, el mismo que no le permitía conseguir el trabajo que desea
tener que estirar lo poco que le quedaba, sentirse como si se fuera a morir, re
eza las pesadillas con las que pasaba toda la noche. Había cometido demasiad
do el sol todavía estaba saliendo, le
ás. Solo se detuvo cuando estaba ya sin aliento. Apoyó las manos en las rodillas y
enedores de basura, y corrió todo lo rápido que pudo. Con un poco de suerte, si era lo bastante rápido, lo perdería de vista. Pero al dar la vuelta a la siguiente
erta del conductor se abrió y un rostro qu
o te iba a enc
e te iba a pagar t
l mientras dejaba ver que ll
canso, Shawn. Te aseguro que tengo mucha menos paciencia de l
ue te pagaré
manera. –le dio una palmada en el hombro, le sonrió, y le asest
estaba lo bastante lejos, se dejó llevar por el miedo, las pierna
ero? Quería ser feliz, o por lo menos ser él mismo. Se dio l
od
viera a pagar su frustración con el contenedor después de haber recupe
, los chicos han decidido que salgamos esta noche, so
dónde qu
nuevo local de str
? ¿Y qué pinto yo ahí? Saben que no me
y pases con tíos para tíos. Por eso quiere
verdad lo h
chicas están muy buenas. Per
, si se han preoc
n: ¡G
a peor todavía, iban a la guerra. Ese era el único modo que tenía de cobrar el dinero suficiente para dejar atrás su pasado por mucho que la guerra le a
a en el más próximo, pero si realmente ese local tenía ba
compañeras del local, parecía asombrada por el grupo
Allí había seis hombres jóvenes que hablaban muy alto, tanto que desde dond
ía las bromas que hacían los demás. –Ha mirado a Rodrigo como solo alguien interesado en otro hombre sabe hacer. Estoy segura de que
día gustarle de un hombre, y, cuando sus ojos se encontraron durante un
va a derretir
s dos y les puso un
mer pase. Nacho, luego los c
e dinero. Le gustaba su trabajo, aunque bailar en una compañía de baile sería mucho mejor. Pero si había algo que no soportaba de verdad era el
s hacer su espectáculo, y todos con ganas de reírse y pasárselo bien, metiéndose con él y los otros bailarines con sus
sted detenido, el sentar al público en la silla y contonearse delante de ellos. Ese baile solía durar poco antes de que el cliente se emocionara y
an allí. Nacho no era fan de los soldados entre el público. Siempre querían demostrar que no les gustaban los pases hechos por Rodrigo, Seth y él, no fuera alguien
mo si fueran a un safari, piensan que van a ver algo con lo que divertirse, a su modo, no
se de las maniobras militares para evitar las bromas o que algún sold
e demasiadas películas para hacer algo con el maletín y los juguetes que
os que luego quería probar en sus propios vídeos bailando. Nadie apreciaba los cambios de música, de velocidad, la emoció
uave para las chicas. Aunque el grupo de soldados parecía solo interesado en br
rían hacer todo lo que no iban a poder hacer los siguientes meses. Bebían, reían escandalosamente e intentaban meter mano a las chicas.
gestos obscenos y que algunos daban golpecitos en el hombro del tipo de o
on cuando aparecie
n ningún problema en hacer un número propio más subido de tono, metiéndose mano y calentando el ambiente para cons
suena
do aquella conversación. –Nuestros límites acaban donde acaban nuestros cuer
esas cosas rodeando la cintura de su compañero. –No somos una pareja abierta, solo permit
egar. Estaba seguro que muchas de las personas que iban a verlos pensaban lo mismo, pero también habí
un empujón hacia el escenario a su amigo de los o
o que no les había insultado ni se había burlado de ellos, así que estiró el brazo y le acarició el cabello con una mano. Deslizó ese mismo pulgar por su mejilla hacia su mentón. Fue ahí cuando se dio cuenta de que el hombre había bajado la mirada
e volvió hacia sus compañeros y sonrió. Los demás hicieron sus estúpidos y depravados gestos, pero Nacho intentó no hacerles caso, se puso la mano de
cierta satisfacción de que ese desconocido mirara su cuerpo y la forma en que se estaba
ro hombre se puso todavía más colorado, se mordió el labio, y los ojos verdes se le iluminaron mientras Nacho se arrastraba un poco m
na y hacer que alguien volviera unos días más tarde. Vio cómo el hombre se inclinaba hacia él, expectante, a la espera del beso, mostrando
los labios, chasqueó la lengua, le dio un empujón, y
o está deseando. – Dijeron unas v
Eso siempre funciona
Se concentró en el extraño de ojos verdes, se agachó delante de él y l
y era lo bastante educado, aceptaba que le metieran mano, porque entonces llegaban los b
parentemente tímido de ojos verdes. Tenía toda su atención puesta en él, en el movimiento de sus caderas, en sus manos bajando por s
aba entusiasmado hasta el momento en que la m
mojas! –exclamó
r –protestó e
mientras se levantaba del suelo, le hizo bajar del escenario y le rodeó la cintura
n al otro hombre, recogió la camisa del suelo
a lo has
era una tía, dejaría que la to
así, con las manos y las lenguas muy largas. Se dio la vuelta, se puso la c
que me ha metido mano. ¿Estás seguro de que no te interesa
iendo que s
sé. ¿
zarle un puñetazo a la cara. Una pelea en ese momento era lo que menos necesitaba. Un solo baile ya le había dejado agotado porque
no llegó a pasar porque tanto el tío para el que hab
reguntó Nach
ro de si me reconocerías. H
tó Shawn mientras ale
e vez en cuando. Nuestros padres eran amigos y
édulo de ver al niño del que había cuidado se había
añía, nos vamos a Afg
Espera, ¿te
lágrimas cuando había tenido miedo algún sábado por la noche, le había ayudado a entender las matemáticas, le hab
y era peligroso, había demasiadas p
ue Rodrigo lo agarraba. Seth y Rodrigo lo conocían, sabían
omer algo. –
go, que tiró un poco más de él. –Le diré a Ryan que te prepare un s
He des
¿verdad? –Añadió Seth. –A veces
les había dado más de un susto y los dos veían las señales de alarma con tiempo.
, es
lina no lo estaba ayudando. Respiró con fuerza y apretó los puños. Se quedó ahí un mom
é qu
que te han dicho. Son
ué estás
las únicas personas que conozca allí. Excepto Martín, ning
no de ellos... aunque... – Rodrigo, que se había echado a un lado para darle espacio, se acercó de nuevo, dispuesto a agarrarle si caía al s
wn al ver que temblaba y que le
ta la parte trasera del local, le hizo sentar y le puso delante