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Historia

Capítulo 4 La asesina y el rosario

Palabras:1834    |    Actualizado en: 26/06/2023

mo pudo hacerme esto -se lament

na vez dormidos los hijos. Jaime se ha hecho como un perro que ya sólo viene a la comida para después seguir con su aventura, y pensar que alguna vez no tuvo éxito con el sexo opuesto.

te instruimos en cuanto a entretejerte con un hombre -medita el señor Mireles acarician

ios errores en Estela, por lo que ha justificado y olvi

terio. Inclusive me mostró una esclava que compró para su a

te, no me opondré. Sin embargo, yo te aconsejo que trates de curarlo, pues t

o el llanto con urgencia-. Dime cómo puedo

ngua-. Vuelve a dormir con él -suelta finalmente con la tosquedad de la vergüen

pie. ¿Será por la emoción de hab

razarme de repugnancia. Además, sabrá Dios qué tipo de asquerosas enfermedades habrá contraído en los moteles -se limp

reles también se incorpora para ver cómo apagar las llamas qu

e tu parte. En realidad, es más fácil de lo que piensas, comienza dándole un beso de bienvenida cada que venga a

e hacerse cargo de los daños que ha

tela está escuchando más a su enojo, as

no es así? -saca con la discreció

hacia su padre con la

r todas de su mente, siendo tú mejor mujer, mejor amante y mejo

que necesito hacer -inesperada

to, cuando en realidad... «Sí, en definitiva, eso haré. Jaime ya no tendrá motivo para marc

*

na mujer perversa. Si fuera una chica que ha sufrido un desengaño simplemente me e

ubre con unas gafas de sol que por poco le tapan el rostro entero. En resumen, se ha tomado

, pero prefiero acabar con ella antes que ella destruya a mi familia, cos

tacones, para dejar en claro q

permite pensar claro, así que tendré que ensuciarme las manos para extirpárselo

a, saca un peligroso accesorio del caj

osas increíbles en el bajo mundo, en el que aún no puedo creer que me haya metido. Ah, no importa cómo, pero tengo que

gadora sale de su alcoba, decidida a cazar a aquell

pa con tres buenas razones para,

l suelo. Los chicos no tuvieron clases el día de hoy, y por eso es que están en casa. El primero y el segundo se so

o, por lo que se acerca sin re

mi cometa -pide el chicuelo con o

persona? ¿Qué pasará con mis hijos si voy a prisión por ello? Después de todo, la ineptitud de la her

ambién. La verdad es que el mayor no es muy cariñoso,

vez, te juro que tendrá que vérselas conmigo -recues

imita a pronunciarse con un melancólico suspiro. A fin

e ha abierto los ojos: tomar represalias es lo mismo que tomar veneno. Y yo no quiero eso pa

reso. Prometo traerles helado al estar de vuelta -da su palab

ermanece preocupado; y Estela lo sabe. Aun así, se marcha, dejando aque

la atención Estela elige un auto promedio y se dirige al laboratorio en el que labora Jaim

sa el tiempo antes de presentarse a cenar en casa... «Y una vez

marido no se dirige a casa, sino que toma un desvío desconocido para Estela, quien se asegura de mantener

ay una elegante dama rubia aguardando. La mujer, vestida de un sensual negro, sube

acha. Menos mal que traje el insecticida... -narra Estela mientras lucha con

uy a gusto, calentándose mutuamente...». Cuántas vueltas la vida da, pues

r más de dos horas. Como todo un caballero, se apresura a abrirle la puerta a su

la retaguardia de la zorra que se está llevando su carne... «Adem

ropia mente una vez contaminada. Hasta que está por dar la hora de cenar, por lo que baj

a despidiéndose del personal del lugar y seguidamente a alguien bajando las gradas. La señora Martínez está segu

o al que ahora apunta simplemen

*

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