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Maddy es una chica alegre, responsable, con sueños y metas definidas, pero cuando vuelve a encontrarse con Alexander, renacerá en ella los sentimientos que había reprimido y se dejará arrastrar a su mundo. Alexander guarda muchos secretos, su vida está en constantes altibajos, solo tiene una verdad definitiva y es que ama a Maddy, cuando se convierte en uno de los jefes más peligrosos de la mafia, querrá protegerla hasta de él mismo. Cuando el placer sobrepase los sentidos y el deseo nuble el juicio. La pregunta es ¿Podrán escapar o ella también quedará atrapada? Lo que ignoras, no te hará daño.
Maddy
Es un día como cualquier otro, la suave brisa de la primavera se siente en el aire como un susurro, el día es cálido y el canto de las aves despierta a todos, el sol también ha aparecido y está en lo alto del cielo llenándonos con su calor.
Miro el reloj de mi muñeca para darme cuenta de que ya voy unos minutos tarde. Salgo apresurada de la Universidad a la que tanto me costó ganarme una beca para estudiar Administración de empresas. Corro al trabajo como todos los días, es un lugar de comida rápida donde laboro de mesera. Un sitio de moda que siempre está lleno de universitarios y de los muchos transeúntes que pasan por el lugar, la paga es mala (diría que pésima), pero las propinas lo compensan. Gracias a eso gano lo suficiente para mis gastos y Dios sabe que necesito un trabajo, de lo contrario estaría viviendo bajo un puente.
Un pensamiento fugaz llega a mi mente: estudiando en una de las mejores universidades del país, pero viviendo de mendiga, mejor dicho, sobreviviendo de milagro; río ante mi pensamiento.
Al llegar cambio mis ropas por el uniforme impuesto por el amargado de mi jefe, no entiendo por qué esa obsesión de hacernos usar a todas las mujeres minifalda y una blusa pegada, por suerte el delantal logra tapar mis atributos... al menos los delanteros. Amarro mi cabello en un moño de ballet y estoy lista para empezar a atender al público. Agarro la cartilla donde está escrito los platillos que sirven cuando veo llegar a Martín, el moreno novio de mi mejor amiga Helen con su caminar seguro, su cabello rizado negro y su sonrisa resplandeciente, acompañado de Charles, su inseparable amigo de cabello castaño y ojos verdes.
-Hola, Maddy -ambos me saludan con una agradable sonrisa.
Los acompaño hasta su mesa favorita del lugar, suelen venir a este lugar muy seguido y tienen sus preferencias incluso en la comida. Les extiendo la cartilla, aunque esa acción está de más, puesto que ellos ya la conocen de memoria.
-Hola chicos, ¿qué desean pedir? -Les sonrío y preparo la libreta para anotar sus pedidos.
-Tráenos dos hamburguesas, las mismas de siempre... ya sabes, esas que tienen bastante queso y doble carne, una porción extra de papas, una hamburguesa de royal especial y tres refrescos con gas y bastante hielo -Martín me sonríe-, Helen se nos unirá pronto.
-Con todo la comida chatarra que comen me extraña que puedan ingresar por la puerta -Bromeo.
-No te conviene fastidiarnos -responde Charles-, o correrás clientes, serían menos propinas para ti.
-Déjala, está envidiosa de nuestros cuerpos atléticos -contesta Martín y los tres reímos.
-Voy por sus órdenes -Giro para irme hacia la ventanita que comunica a la cocina.
Me gusta fastidiarlos, pero la verdad es que tienen unos cuerpos envidiables producto de horas de ejercicios y de pertenecer al equipo de básquet de la universidad.
Atiendo a un par de clientes más y me avisan que ya está el pedido de mis amigos. Se los entrego y sigo con otra mesa donde están un grupo de tres hombres acompañando su comida con alcohol. No entiendo por qué el gerente acepta este tipo de comportamiento, solo ellos hacen esto y no me gusta atenderlos. Lastimosamente, siempre se sientan en una de las mesas que me toca atender.
Mi rostro se ilumina cuando veo a Helen, mi mejor amiga, hacer su aparición con su larga cabellera rubia que cae hasta su media espalda y mirada penetrante color marrón oscuro. Llama la atención de todos por donde camina por su seguridad y confianza, al llegar a la mesa le da un beso en los labios a Martín y a Charles y a mí nos saluda con un beso en la mejilla. Se sienta al lado de Martín y empieza a conversar.
-¡Bebé! ¡Tráeme otra cerveza! -me grita uno de los tipos que aparentemente ya está bastante ebrio.
Al escucharlo mi sonrisa se borra y todo el brillo de la hermosa tarde ha desaparecido, el tono de su voz no me indica otra cosa que no sea problemas. Frunzo el ceño enojado por esa acción y me preparo para luego acercarme con voz firme.
-Por favor, para la próxima pídalo con respeto, mi nombre es Maddy, no tiene por qué llamarme bebé.
Saco la libreta esperándome me diga que es lo que quiere pedir, aunque espero que quiera la cuenta para que se vayan de una vez.
-Estás muy delicada, hermosa, ¿por qué no dejas que papá te consienta? -Sonríe enseñándome los dientes y eso no me causa otra cosa que repulsión.
-Si no va a hablarme con respeto, llamaré a un compañero para que lo atienda -menciono de manera seria.
Doy la vuelta decidida a irme sin atenderlos cuando uno de ellos se pone de pie tomándome de la mano para jalarme haciendo que tropiece y choque contra su pecho.
-¿No que no querías? -Sonríe de lado impactando contra mi rostro su aliento a alcohol.
Intento soltarme de su agarre y empujarlo, pero no puedo porque me pega más a su cuerpo y coloca su mano en mi cintura. Todo ocurre en cuestión de segundos, pero es lo suficiente para hacer que todo pensamiento claro se esfume de mi mente, mi mano reacciona por sí sola estampándose sobre su mejilla izquierda. Logro mi cometido y me suelta para agarrar su mejilla que ahora está roja debido a mi golpe.
Sus amigos se ponen de pie y todos me miran molestos, como si esto hubiera sido mi culpa. Mis amigos al darse cuenta de lo que está pasando se acercan a darme su apoyo e intentar defenderme. Charles agarra al tipo del cuello exigiendo que me pida una disculpa. Estoy asustada porque todo se ha salido de control.
No puedo permitir que se haga esto más grande, o si no perderé el empleo que tanto necesito. Todos los demás comensales están con la mirada fija en el espectáculo que está teniendo lugar frente a ellos. Solo espero que el gerente no... mis pensamientos son callados cuando lo veo salir de su oficina. La sangre se me congela y no sé como explicar lo que está pasando.
-¡Suéltame! -grita el tipo logrando soltarse del agarre de Charles.
-¡¿Qué crees que estás haciendo?! -Sale molesto el gerente mirándome con furia.
-Este tipo me falto el respeto -respondo segura.
-Eso es mentira -se atreve a decir el tipo ebrio.
-Ellos...
-Ellos son clientes respetables, señorita Maddy.
-Pero me faltaron el respeto -Me siento indignada.
-Espero que le des un castigo ejemplar -menciona el tipo en tono de burla.
-Claro que lo haré -me mira para luego gritar-: ¡Estás despedida!
¿Qué? Me quedo sorprendida ante esas palabras, no puedo creer que no le importe que me hayan faltado el respeto. Es cierto que la política del lugar es que el cliente siempre tiene la razón, pero en este caso esa regla es absurda. Quisiera poder irme y lanzarle la libreta por el rostro, pero no puedo hacerlo, así que, decido dejar mi dignidad a un lado.
-No puede hacerme esto, por favor reconsidérelo -mi voz sale casi en un ruego al gerente, paso grueso y cierro los ojos por un segundo para tomar valor y vuelvo a ver al tipo que me mira con una enorme sonrisa-. Discúlpeme por favor -las palabras arden en mi garganta al salir.
-¡¿Qué haces Maddy?! -Helen me dice molesta mientras me sujeta del brazo para llamar mi atención-. Él te falto el respeto, él es quien tiene que disculparse.
Volteo a verla y le hago una expresión de súplica, pidiéndole que por favor no se meta.
-Por favor, señor, necesito el trabajo -Continúo en un afán de no perder el empleo que tanto necesito, pero el gerente opta por ignorarme y pedirle disculpas al tipo por lo sucedido.
-Señor, por favor, acepte mis disculpas y esta ronda es cortesía de la casa -Hace un gesto con la mano y el otro mozo se acerca con unos tragos.
Respiro profundamente y levanto el mentón, si ya estoy despedida no me iré sin decirle sus verdades.
-Quien se va soy yo, me niego a seguir trabajando en un lugar donde no se respeta a las mujeres, entre patanes se entienden -Salgo furiosa y desencajada caminando a paso rápido para salir del lugar con Helen corriendo detrás de mí.
-Espera Maddy.
No le hago y camino sin detenerme hasta que llego a un parque y es entonces que decido sentarme en una banca bajo la sombra de un enorme árbol. Intento contener las ganas que tengo de regresar y darle un buen golpe al gerente, se lo merece y nadie podría acusarme. Helen se sienta a mi lado mientras Martín y Charles llegan también detrás de nosotras.
-¡Es un desgraciado! -grita Helen molesta mientras me rodea en un abrazo.
-No sé qué haré ahora -murmuro con la mirada fija en la nada.
-Seguir adelante como siempre lo has hecho -me reconforta.
-Necesito conseguir un trabajo, de lo contrario terminaré viviendo debajo de un puente y no conozco ninguno que sea decente -ella me mira con una sonrisa tierna de comprensión-, ¿conoces algún puente decente? -Me toco las sienes intentando pensar como solucionar esto.
-No digas tonterías, vas a conseguir otro trabajo y será mucho mejor que este -dice Charles con una gran sonrisa en su rostro queriendo animarme.
-Sí, pero mientras lo encuentro necesito pagar mi departamento, comida y demás gastos.
-Estoy segura de que encontrarás algo pronto -Helen me anima mientras nos sentamos a comer un helado que los chicos han comprado.
-Mientras tanto te podemos apoyar -Martín me dice conforme come su helado.
-Eso nunca -lo miro seria y luego me relajo-, gracias Martín por el ofrecimiento, pero no podría aceptar.
-Sería solo un préstamo hasta que te recuperas de este mal paso.
Helen me mira y dedica una sonrisa triste, sabe muy bien que me fastidia esas cosas, aunque mis amigos tengan dinero, nunca les he pedido un dólar, quiero valerme por mí misma.
-Además, no hay necesidad de ningún puente -menciona Charles-, puedes venir a vivir conmigo.
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