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Emma siente una atracción por su jefe, Matthew, el CEO de la empresa, que piensa que es un hombre sexy y muy atractivo, a pesar de haberse prometido no involucrarse con ese tipo de hombres. Durante una reunión de trabajo, Matthew le hace una insinuación que aumenta su deseo por él, no quiere caer en la tentación de estar con él...
Veo sus ojos grises, que pueden ver bajo mi ropa. No quiero hacer caso a su mirada, pero desde la primera vez que lo vi, no puedo dejar de pensar en él. Es una sensación extraña que me invade. Siento como las mariposas hacen presencia en mi abdomen. Muerdo mi labio y no puedo evitar mirarlo. Quiero estar cerca de él, pero no puedo estarlo, no de nuevo. Me lo prometí. Lo hago por mí. Ese tipo de hombres no son los que quiero en mi vida, pero en mi mente solo puedo imaginar como le quito su camisa celeste clara.
Él se distrae de nuevo y la segunda vez que voltea hacia mi escritorio, es para acercarse hacia mí.
―¡Carajo! ―susurro por lo bajo. Sé que es mi jefe, pero de verdad quiero llevarlo a mi dormitorio y hacerle todo eso que he imaginado las noches anteriores.
Un escalofrío de placer recorre mi cuerpo, trato de disimular, pero es demasiado difícil. ¡Dios, es demasiado sexy!
―Señorita Black, tenemos una reunión. Necesito revisar los pendientes, para esta semana. La veo en diez minutos. Espero que esté lista ―dice viendo mis labios y después bajando su mirada a mis pechos, me siento algo expuesta, pero me gusta.
¡Joder, este hombre me pone con tan solo verme!
―Sí, lo veo en diez minutos ―digo tratando de sonar normal, aunque sé que mi voz está algo entrecortada.
Veo la pantalla de mi celular que se enciende, poco después de que él se marcha hacia su oficina. En ella aparece un nuevo mensaje, de mi mejor amiga, que de hecho está a un par de escritorios de mí.
Denisse: Ya te vi, coqueteando con el sexy de Matthew.
Yo: ¡Cállate! No estés molestando.
Denisse: Ya sé lo que van a hacer en la junta... y no es ver los pendientes.
Les juro que sé cómo se ve Denisse en este momento, volteo a verla y precisamente tiene esa cara de pervertida sexual que suele poner cada vez que hablamos de los hombres que nos gusta. La conozco tan bien, que no necesito verla para saber qué expresiones pone.
Yo: Te juro que quiero que llegue la noche y poder quitarme estas ganas de...
Le envió el mensaje y le sonrió con picardía, levantando una de mis cejas. Ella sabe a lo que me refiero. Mi celular vuelve a sonar, esta vez es Matthew.
No puedo evitar sentir un escalofrío de placer por todo mi cuerpo, me ha enviado una fotografía, y sé que en ella encontraré algo que me cortara la respiración, no quiero abrirla tan pronto, pero la ansiedad me gana. Abro su conversación, el mensaje anterior decía:
"Me la pase genial anoche, muero de ganas por verte hoy en la oficina y sentir tus labios recorriendo mi cuello y yo poder tocarte, hasta hacerte gemir de placer, sin penetrarte... primero quiero que te vengas para mí, y luego lo haremos juntos".
En la foto podía ver su torso, era digno de un Dios griego, su piel dorada, con ese aroma que solo él tiene, no es un perfume, es parte de su esencia y aunque no puedo oler una fotografía, les juro que en esta si puedo hacerlo. Sus ojos gris profundo me miran a través de la pantalla, sus cejas pobladas y su rostro con una hermosa quijada cuadrada, con una barba de un par de días sin rasurar, sus brazos son tan musculosos. ¡Oh, Dios! Me acuesto con el hombre más sexy de la ciudad.
Me quedo viendo la imagen por un par de minutos y estoy casi que babeo. Le respondo con un emoji de un diablito sonriendo perversamente. Voy al baño de chicas y retoco mi maquillaje, solo un poco, no quiero terminar como el guasón después de la junta.
Me veo en el espejo. Mis ojos verdes y mi piel bronceada por el sol del verano, resaltan con el contorno de mi cabello durazno platinado, largo y ondulado, mis pestañas se ven enormes y mis labios rosa pálido, me muerdo el labio al pensar lo hermosa que soy, me encanta mi estatura, aunque sea bajita y con un cuerpo curvilíneo que te haría babear.
Salgo del cuarto de baño y me dirijo a la oficina de mi jefe.
Se me olvida por completo contestar su mensaje. Justo en ese momento mi celular vibra avisando que ha llegado un nuevo mensaje.
Matthew: Te sigo esperando en la oficina y de respuesta solo obtuve un triste visto.
Si supiera que me la pase babeando mientras veía su foto, con ganas tremendas de lanzarme a sus brazos.
Yo: llego en cinco minutos.
Le escribí algo fría. No quería que se diera cuenta de que me estoy muriendo de ganas por tener sexo con él, aunque esto fuera totalmente cierto.
Paso por el escritorio de Denisse, ella no está. Se escucha su voz dentro de la oficina de Logan, el sub gerente de ventas y publicidad.
Paso de lado y llegó hasta la puerta de la oficina de Matthew, de nuevo el escalofrío de placer recorre todo mi cuerpo. Quiero estar con él, sentir su aliento en mi cuello y escuchar cómo susurra mi nombre al oído.
Me acerco a la puerta y en esta ocasión no toco, solo giró empujo, la puerta de vidrio es negra mate con figuras en blanco, la verdad nunca le he prestado atención. Matthew está apoyado en el escritorio. Me ve con sus ojos grises provocándome, quiero lanzarme sobre él, pero me detengo.
―¡Emma, bienvenida! Estaba deseoso porque llegarás. Puedes ir por unas copias de los informes del mes pasado a la bodega ―dice con su tono sensual. Odio cuando hace eso, porque no puedo resistirme y hace que mis rodillas tiemblen un poco.
―Sr. Anderson, si usted sigue usando ese tono, no podré negarme a hacer lo que me pida -inmediatamente me arrepiento de haber dicho eso.
De igual forma, camino hacia una delgada puerta negra de madera. Abro la puerta y entró a buscar los expedientes.
Él se separa del escritorio y camina hacia el mismo lugar donde estoy, se acerca paso a paso, mirándome con sus ojos grises y profundos.
Escucho sus pasos, trato de ignorarlo y concentrarme en buscar los papeles que me pidió. De pronto, siento su mano en mi cintura, me detengo por un segundo y sigo buscando, aunque la verdad ya no sé qué estoy buscando.
-Sr. Anderson, puede parar por favor, que no me deja concentrarme -le digo tratando de controlar mi respiración. Aunque la verdad es que mi entrepierna ya está lista para la acción.
-El Plan es que solo te concentres en mí y en nadie más. Ahora quiero que te voltees y me hagas eso que solo tú sabes hacer -me dice al oído. Aunque sus brazos me aprisionan y que su pene en mis nalgas, sobre mi falda. Me volteo y estoy de frente a él, sus labios saben a café matutino con un toque de menta. Una sonrisa se me escapa, cuando su aliento roza mi cuello. Me toma de la cintura y me sube al escritorio.
Me saca la blusa con un poco de prisa, sé lo que quiere y en especial, sé lo que yo quiero. Pasa sus dedos por mi cuello y me jala del cabello hacia atrás para rozar con su lengua mi cuello y susurrar en mi oído cosas que no quiero escribirles en este momento. Le desabrocho los botones deprisa, sabemos que el tiempo nos apremia, pero queremos disfrutarlo.
Me levanta la falda y me quita las bragas, es increíble la agilidad que tiene. Con sus dedos juega en mi sexo, el placer es inmediato. No puedo parar de morderme el labio. Él me besa, para después morder mi labio y hacer que no haga ruido, alguien podría entrar a ver lo que estábamos haciendo. Sigue moviendo sus dedos con un ritmo perfecto, solo él ha logrado que sienta tanto placer en tan solo unos segundos, quiero gritar, introduce su dedo índice en mi boca. La verdad preferiría que fuera otra cosa.
Matthew se desabrocha el pantalón y baja su cierre. Ese sonido me hace vibrar por completo. Deseo tenerlo dentro de mí, sentir su cuerpo, unirse con el mío, aún más de lo que estamos.
Siento un golpe en la cabeza, Matthew cae al suelo y yo no sé qué hacer, me duele la cabeza, pero el dolor no es tan intenso como para desmayarme.
-¡Así los quería encontrar, maldita zorra! -se escucha la voz de una mujer, pero no logro ubicarla, me pongo en pie, trato de acomodar mi falda y de nuevo acertó otro golpe en la cabeza y después un puñetazo en las costillas, caigo al suelo y siento como una cuchilla perfora mi abdomen un par de veces. El dolor es tanto que me ahoga el querer gritar, pero sé que mi voz no sale, estoy realmente asustada, no puedo dejar de temblar y sentir un horrible escalofrío. No sé qué está pasando o quién jodidos esa perra. Pero les juro que esto aún no ha terminado...
Me siento cansada, mi sangre corre por mi cuerpo. Me arrastro para llegar a Matthew, pero él está inconsciente, lo abrazó y me dejo llevar por el abismo oscuro que se está creando en mi mente, el dolor era tanto que ya lo había dejado de sentir. Dicen que el sistema nervioso se protege dejando de sentir dolor.
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