Todo en la vida deja una huella, buena o mala, todo depende de cómo lo mires y como lo sientas, pero si sigues el rastro de esas huellas puedes encontrarte a ti mismo.
Y todo comienza así...
Época presente
-¿Crees que no puedo hacerlo?
Preguntaba Harold Albert Litman a su bella esposa de 50 años.
Carol movió su bella cabellera rubia y le respondió:
-Estimo que no desearás dejar tu mansión por meterte a un Centro de ayuda Asistencial, no eres tan viejo, ni decrépito, bordeas los 68 años y además, Harold, eres muy gruñón.
Harold se colocaba su americana y miró a su bella esposa y añadió:
-Sepa usted señora Litman que puedo y lo voy a hacer me tienen harto, pago sus cuentas que son estrafalarias... Pago los desastres de tu hijo y encima no puedo hacer lo que yo quiera.
-Un Porsche no es común en un hombre de edad.
-¡Es mi dinero! ¡Lo he trabajado dólar a dólar, solo!-entonces gruñó diciendo-y ni una salchicha me puedo comer con mi esposa.
Eso era lo que más ofendía a Carol, el gusto de su esposo por lo vulgar, por volver al pasado y nunca soltarlo.
-Odio las salchichas.
-Odias muchas cosas, querida, odias mi Porsche plateado, odias mi gusto por las salchichas y también mi gusto por el filete Mignion de Terry´s.
Sí, odiaba ese aire de pasado en su esposo, no quería que todo eso volviera a ella.
-Mi hijo es un...
-Buen chico.
-Bueno, para nada, más que para pavonearse en eventos sociales y seducir chicas y comprarles joyas con mi dinero.
Doug escuchaba en la puerta y miraba las facturas que justo le iba a mostrar, "Mal momento, Doug, mal momento".
Entonces la voz de su madre se escuchó preguntando:
-¿Entonces qué odias más de mí?
Harold, ni dudo en la respuesta y lo soltó como una blasfemia:
-Las damas de Juno.
Entonces Carol le respondió:
-No voy a dejar eso... Lo siento.
Tomó su maleta y pasó por delante de ella:
-¡Me voy!
Ella en tono desesperado le suplicó:
-¿Qué van a decir las chicas y tus amigos?
-Que me hartaron...
-No piensas en mí... No piensas en nadie más.
Él se detuvo y entonces le respondió todavía de espalda:
-He considerado esta familia y en esta casa desde hace 30 años, ahora recién voy a pensar en mí.
Salió por la puerta y Carol comenzó a llorar golpeándose los muslos de las piernas, Doug apareció y le dijo a modo de consuelo:
-Él volverá pronto...
-¿A quién se le ocurre comprarse un auto deportivo a los 68 años?
-Debe ser un retroceso...
Se levantó como un resorte y le dijo a su hijo:
-¡Otra mujer!
-Por favor, el viejo nunca haría algo como eso-dijo riendo.
-Tú no sabes nada-estalló-todos los hombres se inquietan una vez en la vida por otra mujer...
Ahí iba de nuevo su madre:
-Por eso es que hay mujeres como las damas de Juno, para darles otro aire a esos hombres...
Su hijo la abrazó, era más alto que ella y no era su madre realmente, de cierto era hijo de un amor fugaz de su padre, pero criado por esa mujer a quien veía como una santa, porque le prodigó todo el amor y todos los caprichos que él necesitaba y eran muchos.
-Madre, él nunca te reemplazará.
-Doug, hijo... Pronto va a realizarse una nueva iniciación para chicas de Juno y quería que él me apoyase.
-Yo te apoyo siempre, si me apoyas-sacaba de su saco unas facturas-si me apoyas con esto.
Ella lo miró tristemente, por cosas como esas es que su esposo se quería ir de la casa.