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Hayley siempre ha soñado con fiestas, vestidos y una profesión glamurosa en la gran ciudad. ¡Cuando consigue cumplir su sueño de trabajar en un lugar perfecto salido de las películas su mundo se desmorona al descubrir que trabaja para el hombre más arrogante, guapo y despiadado de todo Manhathan empeñado en convertir su vida en un infierno!
Otro día lluvioso, en un lugar en el que siempre había soñado estar, toda mi vida.
Por supuesto, mi sueño de princesa no incluía un piso en medio de Brooklyn, casi dormir en la cocina era un poco menos glamuroso de lo que había planeado para mí. Era obvio que las cosas iban a tardar un poco más de lo que yo quería cambiar, pero algún día cambiaría.
Pero vale, estaba decidida a vivir como Gossip Girl, quería los vestidos y el champán y las marcas de diseño, quería las limusinas de Manhattan todas aparcadas para mí, como si fuera una gran socialité americana..., pero para ser justos, me van más los delirios consumistas que Waldorf.
Tengo que empezar a presentar mi historia de forma que la entiendas un poco mejor. Para entender los dramas y las payasadas que sólo serían posibles en mi vida en blanco y negro.
No podría ser más tópico créanme, ¿conocen el asunto de una chica abandonada por su madre, avergonzada de su familia campesina decidida a cambiar el mundo? ¡Así que era yo!
Soy Hayley, una chica diferente del campo, donde las primas se casaban pronto porque siempre tenían las tetas y el culo más grandes, ¡o al menos mejor humor que el mío! Me consideraba un maldito luchador y confieso que a veces pensaba que sería más fácil aceptar mi destino y vender pescado con mi padre. Estaba cagado de miedo por mí, mi madre una puta egoísta me dejó con él cuando sólo tenía cinco años... ¿te escandalizaste? ¡No lo hagas! Volvió poco después, pidiéndole setecientos dólares a mi padre, que se los prestó en el mismo momento... el muy tonto.
Prometió quedarse, se acostó con él en el sillón y fingió como nadie que le quería. Lo vi todo desde la vieja escalera... y luego ella esperó a que él recuperara el sueño después de unas cervezas para intentar caer en el mundo de nuevo... Recuerdo bajar las malditas escaleras unas horas más tarde para oír a mi padre rogándole que no se fuera, intentando evitar que destrozara nuestras vidas, como si fuera posible hacer que alguien cambie de opinión cuando estás descontento con algo.
- No hagas eso May, piensa en Hayley... ¡piensa en mí un rato! - Dijo desesperadamente mientras ella tiraba de su brazo para salir más rápido.
- Jay, no puedes encerrarme en este maldito fin del mundo, y descubrirás que Hayley también se irá algún día. - Hablaba con orgullo, mirándole por encima como hacía siempre con la gente de nuestra familia. La zorra rubia que lucía escote en las fiestas y bailaba de vez en cuando con algún tío que ya estaba un poco más ahí que allá. El terror de todas mis tías, que al cabo de unos años incluso celebraron que por fin hubiera batido las alas y volado lejos de todos nosotros.
Pero volviendo a aquella fatídica noche... ¿en qué desgracia acabé realmente?
Oh sí, ya me acordé, ¡vamos!
Mi padre se quedó petrificado, mientras escuchábamos el rugir de una moto afuera, era algún novio o algo así, apuesto a que ella arregló todo antes, ya sabía que mi viejo tenía un corazón blando, sabía que lo doblegaría con unas cuantas sentadas, y no me malinterpreten, la odio, pero admiro la genialidad de alguien que no era muy inteligente, ni muy exitosa para usar lo que tenía a favor de sí misma.
¿Pero ni siquiera pensar en su hija? ¡Eso me pareció demasiado! Fue un duro golpe... porque los matrimonios se desmoronan tan rápido como el cura dice "Ahora os declaro marido y mujer" y yo no tengo ninguna idea romántica de un felices para siempre, porque sé en mi corazón que para siempre... siempre termina.
¿Y sabes cómo termina? Con un marido con la barriga llena de cerveza, sentado en el sofá los domingos viendo el fútbol con un compañero de pesca, tú... demasiado manchada para estar con él empieza a molestarte mucho el hecho de que ronque mucho tumbado en el sofá y es aún peor cuando se tumba a tu lado. Te molestan los detalles que antes te encantaban, como los viajes de pesca o los programas de los domingos. Incluso empezarás a molestarte por la forma en que le habla a tu retoño, aunque nunca le habías dado un abrazo, empezarás a dolerte por el hecho de que sea una copia de ti... ¡y tan apegado a su padre que te duelen los oídos y los ojos cada vez que se ponen a cantar!
Sometes a tu hija (te juro que esto es sólo un menosprecio suelto, no un reparto de demasiados disgustos) a ver los detalles después de quizás un sexo tibio en el que lo hiciste por obligación, pero te fastidió porque se giró hacia el otro lado... la cerveza se echó a perder, y él roncaba aún más. Te pillarías en un pueblo de campo, horneando manzanas para una puta tarta, rodeado de gente feliz con sus matrimonios y te preguntarías.... ¿Qué coño estoy haciendo aquí? Pero cálmate, ¿tu sueño no era ver la puta Torre Eiffel? ¿No querías ser un puto meteorólogo o lo que fuera? ¿Pero cómo vas a hacerlo si donde vives la señora del tiempo tarda treinta segundos en la tele en decirte que vuelve a hacer sol?
¿Y sus sueños y esperanzas? ¿Qué vas a hacer con ellos?
Pues ya sé... te cansarás, desaparecerás y volverás de vez en cuando a extorsionar al hombre que ahora cría él solito a su hija de cinco años, el miserable cabrón que es un buen padre, un gran profesional y querido por el vecindario conocido por ser la mejor persona del mundo.... ¿Sabes de la que estuviste locamente enamorado hasta hace unos años?
Y luego te subirás a una moto y abandonarás a la hija que seguro que el tío no lo ha hecho solo, ¡y no volverá jamás!
Y gente, os juro que sólo era una puesta suelta, nada que ver con mi (tal vez) realidad.... Era sólo un ejemplo, ¡entiéndeme!
Mi padre nunca supo lo que oí, y cada día me mato un poco por dentro cuando pienso que en la última frase ¡tenía razón!
Yo era como ella, me iba, no soportaba la presión de la pequeña ciudad ni la presión de ser una gran persona como mi padre, porque en el fondo era un egoísta hijo de puta igual que mi madre. Y por desgracia, hasta en el aspecto era igual que ella, lo que a veces hacía que mi padre se emocionara y que mis tías me odiaran un poco.
Hayley Scott... mi nombre completo, y pasé mucho tiempo pensando en él en alguna valla publicitaria por algún logro emocionante en la comunicación, ¿un nombre en una gran pantalla en Times Square tal vez? ¡Quién sabe!
No encajaba, y eso suena falso, ¿verdad? Como esos fanfics horribles que lees sobre una chica de aspecto muy raro que se quita las gafas y por fin la han visto, y créeme, la guarra SIEMPRE, SIEMPRE es guapa, ¡no importa lo que te haya dicho al principio de la historia! pero esa no era yo. Estaba en una buena media, ya sabes, todo estaba en su sitio... Simplemente no encajaba en la familia de mi padre.
Y no me gustan los cabos sueltos, como he dicho antes, créanme, pero tampoco participaría nunca en un festival de concursos de cerdos. Observé la felicidad de las chicas, me alegré por ellas, aunque yo misma no fuera del todo feliz.
Mi padre es dulce, pero ni siquiera él podría retenerme allí.
Así que me fui, fui a la universidad y conseguí un trabajo y por fin empezaría a conquistar muchas cosas, al menos eso pensaba yo, pero ¿quién puede culpar a la tonta chica de campo?
Comparto piso de alquiler con mi amiga Lara, una figura, ya sabes, nada que ver conmigo, y eso fue lo mejor.
- ¡Hay, vas a llegar tarde! - Me dijo enfrentándose a mí, yo siempre llegaba tarde, y eso era un rasgo de mi personalidad terriblemente malo, más aún para Lara, que siempre llegaba diez minutos antes a todas y cada una de las citas, una máquina haciendo un montón de cálculos pudo medir la probabilidad que yo tenía de éxito, y le salió un margen de al menos, ¡un 3% y eso que la muy zorra juraba que creía de verdad en mí!
- Ya me voy, ¿cómo me veo? - A Lara le importaba una mierda la ropa que llevaba, y mucho menos la mía.
- Perfecto como siempre. ¡Adiós! ¡Llegarás tarde Hay, en serio! Necesitas este trabajo, el dinero de tu padre se ha acabado, y el mío... bueno, sabes que no puedes permitírtelo todo, ¿verdad? Todo esto de la novia rica en una película es una mierda, los dos somos...
- ¿Jodido? ¿Es eso lo que querías decir? Porque si es así... ¡estoy completamente de acuerdo contigo!
- ¡ADELANTE! - Gritó, pero con una sonrisa en la cara - Ah, y no olvides que hoy viene a estudiar aquí un compañero... procura llegar un poco más tarde.
- ¿Otro curso? ¡Jesús Lara!
- ¡No me juzgues y piérdete!
Tragué un poco de café solo, lo odiaba, pero así era como empezaba el día la gente de éxito, después de todo. Cogí un taxi con el dinero ganado con esfuerzo por mi padre, jurando que sería la última vez. Y cuando por fin llegué frente al rascacielos sentí que me ardía el corazón, por fin estaba viviendo mi sueño.
Todos esos tacones altos tintineando en el frío suelo, toda esa gente bien vestida me hicieron sentir realmente mal.
Pero joder, estaba en Nueva York.
Mi familia era pobre y tenía que trabajar medio tiempo todos los días solo para pagar las cuentas y estudiar en la universidad. Fue entonces cuando la conocí, la chica bonita de mi clase con la que todos los chicos soñaban salir. Era muy consciente de que ella era demasiado buena para mí. De todos modos, reuniendo todo mi coraje, le dije que me había enamorado de ella. Para mi sorpresa, accedió a ser mi novia. Me dijo, con la sonrisa más bonita que he visto en mi vida, que quería que el primer regalo que le diera fuera el último iPhone de gama alta. Un mes después, mi arduo trabajo finalmente valió la pena. Pude comprar lo que ella quisiera. Sin embargo, la pillé en el vestuario besando al capitán del equipo de baloncesto. Incluso se burló despiadadamente de mis defectos. Para colmo, el tipo con el que me engañó me dio un puñetazo en la cara. La desesperación se apoderó de mí, pero no pude hacer nada más que tirarme en el suelo y dejar que pisotearan mi orgullo. Cuando nadie lo esperaba, mi padre me llamó de repente y mi vida cambió. Resulta que soy el hijo de un multimillonario.
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