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Antonia es una mujer de 23 años muy atractiva, de esas mujeres que su presencia en cualquier lugar no pasa desapercibida. Ella es morena, alta con silueta esbelta, joven, sensual; sin embargo, Antonia sufre de una enfermedad que acecha a la generación del siglo XXI: depresión. Lucha cada día con los fantasmas de su mente envuelta en un sinfín de situaciones y logrando mantenerse en pie a pesar de que su madre padece la misma enfermedad, pero en estado crónico y sin muchas esperanzas de sobrevivir. Antonia conoce al hombre mas hermoso del universo, oscuro elegante y misterioso. Le causa curiosidad su apariencia de otra época. Él es Edward el único sobreviviente de toda la hermandad de vampiros del inicio de los tiempos, pero ¿podrá Antonia amar a Edward? ¿podrá Edward consumar su amor, y sacar a Antonia de la depresión que la destruye? Destino es una historia de amor sencilla pero fascinante, ligera y emotiva, llena de sentimientos y emociones que rodean el romanticismo. Invito a los lectores a dejarse atrapar por esta fascinante historia desde el primer capítulo y conozca de principio a fin la historia de amor y oscuridad de Antonia y Edward. Jamás los olvidarás.
Antonia: DEPRESION Y CAOS.
Otro día rutinario. Antonia lo daba por hecho desde la primera hora del día.
Su depresión de apodero de ella desde el mismo instante que se enfrentaba a un nuevo amanecer. Sus pensamientos oscuros y nublados solo le permitían recordar la escena de aquel domingo en donde su padre Joaquín tuvo que ser fuerte e internar a su madre María de manera indefinida en una clínica de salud mental. la alarma de su cuarto le ayudo a volver a su cruda realidad.
Antonia es una mujer de 23 años estudiante en la facultad de literatura, es sobresaliente en su grupo, es alta, sus ojos color marrón, su piel morena firme y joven, posee una belleza excéntrica muy difícil de olvidar.
Camino a la universidad Antonia iba divagando en su mente reconociendo su estado de depresión cada vez más avanzado, ya debería estar acostumbrada pensó, pero no podía acostumbrarse porque eso significaría morir. Sabía que muy probablemente algún día ella también estaría en la misma posición de su madre y eso la atormentaba, a veces soñaba con que su madre volviera a la realidad, tenía todo para ofrecer estaba llena de vida y de talento, lo recordaba muy bien.
El día en la universidad era movido, había exposiciones de arte y cada vez llegaban más interesados a disfrutar nuevas propuestas de arte.
Antonia ¡hola! – Marta su mejor amiga, la saludaba cariñosamente como siempre.
No te sentí llegar – Antonia se sentía reconfortante al ver a marta siempre tan alegre
-Tengo algo importante que contarte
- ¿Qué es tan importante? Pregunto Antonia con el corazón latiendo más fuerte.
-Me aprobaron la solicitud de intercambio, me voy del país el próximo mes.
- ¿Qué? – Antonia no sabía si la noticia la alegraba o la entristecía profundamente
-quería que fueras la primera en saberlo, sabes cuanto anhele esta oportunidad
-tu felicidad es mi felicidad, y sé que serás de las mejores – Antonia no sabia si sus felicitaciones sonaban verdaderas.
- Se que esta notica te hace tan feliz como a mi
- ¿Y tus padres que dirán cuando se enteren?
- querrán mudarse conmigo, tendré que manejar la situación.
- ¿qué voy a hacer?
- puedes visitarme o venir conmigo – lo dijo entre risas
- sabes que no puedo hacerlo
- lo sé, ¿pasa algo hoy? tu cara esta más fatal que de costumbre
- si es otra vez esta sensación de vacío, de soledad, de no pertenecer a ningún lado, de miedo. – Antonia sabía que Marta no sabría que decir y buscaría como despedirse, siempre era lo mismo ¡maldita sea! ni siquiera mi mejor amiga logra entenderme.
- Antonia mírame, dijo Marta, sé que lo mejor en estos casos es el silencio.
No, realmente lo mejor era hablar, desahogarse por lo menos solo un instante pensó Antonia, pero solo pudo responder: - de acuerdo.
- Te quiero Antonia, sabes que eres como una hermana para mí, solo búscame cuando te sientas mejor – lo dijo rápidamente para disimular su frustración y su incapacidad para hablar del tema.
- Así será - dijo Antonia disimulando su fatal estado emocional.
A ella le afecta lo que me sucede lo sé pensó Antonia, solo que al igual que yo no sabe cómo manejarlo y ¿quién sabía hacerlo? Antes de sus cambios de estado de ánimo podían hablar, salir disfrutar juntas una tarde de chicas, reír a carcajadas con los temas graciosos que a marta se le ocurrían para hacer sus días más emocionantes, ¿porque no podía ser así para siempre? ¿acaso no me escuchas dios y quieres empeñarte en acabar con mi vida?
Antonia se sentía agotada, desvalida, sin motivación y decidió regresar a su casa y tomar una siesta, pero las pesadillas se su subconsciente se apoderó de ella y la hicieron despertar rápidamente. Decidió no luchar más con el intento de escapar quedándose dormida y decidió saludar a su padre que se encontraba preparando la cena.
- Antonia ¿tienes problemas para conciliar el sueño nuevamente?
- no papá solo quería descansar un poco – la verdad es que llevaba varias noches sin dormir
Se sentaron a cenar, pero Antonia solo podía darse cuenta del cansancio de su padre, era evidente que estar al cuidado de su madre lo tenía agotado, triste.
- ¿Como esta mamá?
- Tu madre está en crisis cariño, el psiquiatra ha doblado la dosis de su medicamento
- ¿Seguirá internada?
- Me temo que, si cariño, al menos unas cuantas semanas más.
Antonia no pudo ocultar de su rostro el sufrimiento que le causaba la noticia, al igual que su padre que trataba de contener el llanto para ser fuerte ante ella; aunque los dos sabían que su madre y esposa cada día moría de una forma lenta y cruel.
- Papá quiero contarte algo sobre Marta
- Dime cariño ¿discutieron? ¿Paso algo en la facultad?
- Se va del país
Antonia no pudo contener más el llanto y sus lágrimas rodaban por sus mejillas
- Eso es una excelente noticia. Respondió mecánicamente Joaquín sin percatarse de lo que realmente le afectaba a su hija, el hecho de perder su única compañía. Antonia quería gritar, no aguantaba más con todo lo que guardaba entre su pecho, pero logro contener sus emociones y limpiarse rápidamente sus lágrimas. Acaso ¿también he perdido a mi padre? ¿está muriendo igual que mamá y no lo había notado? No intentó hablar más con su padre era tiempo perdido.
Si por lo menos permitieran visitas a mi madre pensó Antonia, tal vez la podría ayudar, sacarla del sueño eterno de su mente, tal vez viéndome recordaría por un momento la familia feliz que algún día fuimos, y yo no me sentirá tan sola.
Eran pasadas las 8 de la noche, la hora en que Antonia disfrutaba salir a caminar
-vuelvo más tarde. ¡Adiós!
- Cuídate- le dijo su padre
La noche estaba más fría que de costumbre, pero a Antonia le encantaba, el cielo estaba en azul oscuro profundo y se podía apreciar una noche hermosa estrellada, sin embargo, la luna llena estaba en su máximo esplendor su color plata brillante la hacían misteriosa y fascinante.
Antonia salió a caminar largo rato hasta llegar a su lugar favorito. Subiendo la colina había una montaña, con arbustos grandes y frondosos, aunque es empinada la montaña tiene un camino por donde llegar hasta su cima, muy seguramente forjado por los antepasados del lugar. Era un sitio cálido y reconfortante, su aire era limpio y sentía que solo allí podía respirar profundamente y sentir llegar el oxígeno a sus pulmones, la naturaleza le daba a su cuerpo la medicina que tanto pedía bajo la cuidad. Aunque no era frecuente ver personas allí, eso para Antonia la hacía sentir aún más encantadora pues, aunque estuviera sola, se sentía acompañada de la hierba y pájaros que se escuchaban tímidamente cantar en la noche. Al llegar a la cima Antonia se sentaba en la piedra más grande que le permitía ver el horizonte y contemplar toda la ciudad desde lo alto. La luna se sentía más cerca en aquel lugar y brindaba un rayo inusual en uno de sus arbustos, Antonia se quedó mirándolo fijamente, pero de repente algo se movió. Se asusto, su corazón empezó a latir con fuerza nunca había sentido otra presencia allí en lo alto de la montaña, pero decidió acercase un poco más, tal vez era solo su mente jugándole una mala pasada. Vio la silueta de un hombre sentando en otra piedra de la montaña que el arbusto no le había permitido ver antes, dio unos pasos más hacia adelante pero el ruido de las hojas la pusieron al descubierto y aquel hombre sintió su presencia. Antonia quería escapar, pero en ese instante el dio vuelta para verla cara a cara. Era alto, vigoroso, joven calculaba que tenía aproximadamente su misma edad, su piel tan blanca como la luna y sus ojos negros como el profundo azul oscuro de la noche que a ella tanto le gustaba. Se observaron fijamente, se sostuvieron la mirada. Es hermoso pensó. En un parpadeo el escapó y ella se quedó contemplando a la oscuridad.
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