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Un pasado triste en el orfanato impulsó a Mónica Expósito a convertirse en una exitosa médico cirujano. Su vida es perfecta, con el trabajo y matrimonio soñado junto al escritor famoso, Christian Montenegro. Pero todo perderá sentido cuando los ojos azules del residente Maximiliano Casanova la desestabilicen dentro y fuera del quirófano. ¿Luchar por la felicidad que ya tiene o atreverse a algo nuevo y exitante? Si sus decisiones valdrán la pena o no, debemos averiguarlo. Una historia tan real como la vida misma ¿tú a quién escoges?
¿Qué se supone que debería decir? Que soy huérfana y que las monjas que me criaron fueron las únicas personas que me dieron cariño durante la infancia, o que tuve tres trabajos para poder mantenerme luego de la escuela, podría hablar de cómo estudiaba en el metro para poder rendir en mis exámenes para convertirme en médico, mi primera cirugía a corazón abierto, los premios que gané o mi matrimonio con un escritor famoso, la verdad es que todo parece la gran cosa y a la vez siento que no significan nada.
-¡Mónica!- una voz me trae de nuevo a la realidad.
-Si Thomas, dime - digo rápidamente para que no percate mi distracción.
-Como te decía, antes de tomar el cargo este lunes, te presentarás con el personal del hospital - dijo con tono suave, como es costumbre, mientras firmaba el papeleo de ingreso.
-¿Crees que sea necesario tanto alboroto por una presentación? Puedo simplemente comenzar a trabajar y ya...
Esperaba que pudiera notar mi desprecio por compartir con otras personas, nunca he sido muy sociable o amante de los discursos.
-Tonterías Mónica, eres la mejor cardióloga de toda Minnesota, es justo y necesario presumir -dijo con tono triunfante mientras acomodaba su corbata y ajustaba mi foto recién colgada en la pared de las personalidades del hospital.
-Y no es para menos, tu propuesta fue tan buena que tuve que rechazar cuatro hospitales que también perseguían a la doctora más galardonada del año. -dije en broma. - pero quizás en el Maple Grove Hospital no tendría residentes a mi cargo, lo que me hace pensar que debí considerar mejor las otras ofertas.
Thomas comenzó a reír.
Aunque a veces siento que es demasiado, reconozco que mis investigaciones van a lograr salvar la vida de muchos niños.
-En cuanto a los estudiantes, no quiero que sean más de tres, realmente odio debatir con residentes estúpidos, me hacen perder tiempo - continué - además, hasta ahora tengo la teoría de que sacaron su título de una caja de cereal.
Esbocé una sonrisa para que no sonara tan cruel como lo pensé.
-Eres muy exigente Mónica -dijo Thomas entre risas.
Para ser el director del prestigioso Children´s Minnesota Hospital, él era muy humilde y amigable.
-No te preocupes, escogí a los mejores para que estén a tu cargo y sé que estarás complacida. -concluyó mientras nos despedíamos.
-Te creeré - dije aun riendo, pero sin muchas esperanzas- nos vemos el lunes-le digo mientras salgo de la oficina.
Ya en el umbral de la puerta pude percatar que mis pensamientos me habían llevado tan lejos que había olvidado lo hermoso que era ese despacho, completamente de vidrio, podía verse el interior del hospital, la recepción del piso inferior y las puertas de los quirófanos en el superior, noté la taquicardia de inmediato, mi cuerpo ya necesitaba la adrenalina de operar.
-¡Mónica! -me llama Thomas cuando solo llevaba unos pasos de haber salido. - Por favor, agradece a tu esposo por haberme enviado una copia autografiada de su libro, mi esposa adoro el obsequio. -dijo sonriente.
-Lo hizo con mucho gusto Thomas, no te preocupes, saluda a tu esposa de nuestra parte. - dije mientras levantaba la mano en señal de despedida.
Aunque Christian si firmó el libro, la verdad es que mi ajetreado esposo lo hizo sin siquiera preguntar para quien era, es un gran hombre, pero esta tan absorto en sí mismo, en sus libros y todo el éxito que le provocan, que no tiene tiempo para nada más.
Comienzo a caminar en dirección a la salida más cercana y mientras tanto, observo cada detalle del que será mi nuevo hogar, hay un hermoso árbol en recepción, el verde de sus hojas hace una perfecta combinación con el blanco de las columnas y los vitrales alrededor. Los hospitales siempre se convierten en mi segunda casa, algunas veces los considero la primera.
Al salir, mi piel entra en contacto con la calidez exterior, después de inviernos fríos no hay nada mejor que disfrutar del beso del sol, me permito sentir el momento y recobro la compostura, me dirijo al auto y una vez que cierro la puerta me abruman los nuevos hechos.
-Jefa del departamento de cardiología intervencionista del Children´s Minnesota Hospital, todo por lo que he trabajado- me dije a mi misma, como si aún no pudiera creerlo, sonreí, abroché el cinturón y me dispuse a salir.
Un fuerte golpe estremece todo el auto y el cinturón cumpliendo su función, me había devuelto de forma brusca a mi posición original, el cuello me dolía demasiado, pero no tanto como la cabeza, todavía no comprendo que pasó, aún no había sacado el auto del estacionamiento.
Tocan la puerta del automóvil y la abren.
-señorita, señorita ¿está usted bien? -Escucho a un hombre tratando de llamar mi atención.
Aún mantenía mis ojos cerrados, pero podía escuchar, sentía que el dolor se extendía por mi nuca, pero no se comparaba con el creciente enojo.
-Eres un imbécil- dije mientras me bajaba del automóvil, aun con los ojos cerrados de dolor. - ¡tenia luces, estaba saliendo y además estamos en un hospital, tenga más cuidado! - dije en un tono muy severo al hombre que claramente fue el otro involucrado.
Aún estaba mareada y no veía con claridad, pero poco a poco fui reconociendo facciones, era un hombre aun en sus veinte, de tez clara, estaba preocupado, pero a la vez aliviado.
Era alto, y un fleco de su cabello ondulado caía en su frente mientras se inclinaba para sostenerme, un momento, me estaba sosteniendo, procedo a retirar sus manos con bastante rapidez.
-Señorita, por favor perdóneme, perdí el control de los frenos, de verdad no entiendo que sucedió con el carro. - dijo rápidamente y a la vez muy preocupado. -¿se encuentra bien? ¿deberíamos entrar al hospital? Costearé todo, no se preocupe. - intentó tomarme de nuevo por el brazo.
-Señora- le dije mientras sentía como el suelo se volvía gelatina y trataba de sostenerme de la puerta del automóvil.
Me estaba desmayando y me tomó en brazos, me levantó y mientras aún me quedaba un poco oxígeno en el cerebro le dije.
-Soy señora, ¡estoy casada!
Abrí los ojos y miré fijamente los suyos, eran azules como el mar, pero no la parte oscura del mar, eran más como el agua clara de una playa virgen, definitivamente, ya estaba desmayada.
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