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Fue uno de los mejores estudiantes de la universidad de medicina. Sus rasgos eran atractivos, pero su aura había hecho huir a las chicas. Sin embargo, ella fue una excepción. No importaba cuántas veces la rechazara, ella nunca se había rendido. Hasta que ella tuvo a su hijo. La felicidad llenó su matrimonio, pero la muerte de repente se la llevó. Una voz misteriosa en la oscuridad le preguntó: "¿Qué quieres en tu próxima vida?" Él respondió sin dudarlo: "Nada más que a ella".
Caroline Feng parecía estar tan a gusto en los brazos de Morfeo que ni siquiera las bulliciosas revueltas que estaban teniendo lugar dentro de su estómago eran suficientes para despertarla. Después de que su organismo luchara por un largo rato para decidir si mantenerse dormido o despertarse, la chica finalmente abrió los ojos de golpe. El sol, que penetraba con un brillo especial a través de las cortinas rosas, la obligó a volver a cerrar los ojos. Así se mantuvo hasta que logró darse vuelta para continuar durmiendo.
'¡Espera un minuto!'. De repente salió disparada como si hubiera recibido una descarga eléctrica en el cuerpo y quedó sentada en la cama. '¿Qué cortinas son estas?'.
Se quedó mirando hacia la ventana con los ojos bien abiertos. Había quedado en un estado de completo estupor. Su esposo detestaba el rosa, razón suficiente para no tener cortinas de ese color en la casa.
'¿Dónde estoy?'.
Miró alrededor de la habitación frenéticamente y descubrió un calendario de anime colgado en la pared. Tuvo la sensación de que reconocía ese objeto, pero aun así le parecía extraño. La habitación era pequeña, solo había espacio para una cama individual y un escritorio. Poco a poco fue haciendo asociaciones en su mente hasta que de repente estuvo completamente segura: ¡Así era su dormitorio en la casa de sus padres! Caroline salió de la cama de un salto y corrió hacia el calendario. ¡Era el año 2006!
¿Cómo podría ser posible? ¡El 2006 fue su último año en la universidad!
Atónita como estaba, se apresuró hacia el baño y allí encontró a su madre sentada en el inodoro. La señora pronunció algunas palabras que ella ignoró, pues iba volando a pararse frente al espejo. ¡Era joven otra vez!
"Oye, loquita, ¿qué te traes entre manos?", preguntó y le dio unas palmaditas en el trasero a Caroline en forma de broma.
"¡Oh Dios mío! Mamá, ¿el mundo retrocedió en el tiempo?".
Se dio la vuelta mostrando una cara de miedo e incertidumbre.
Caroline siempre fue una jovencita alegre y optimista. Fue admitida en la carrera de Educación Física de la Universidad Pedagógica, que estaba en A City, y había alcanzado la calificación de atleta nacional de segundo nivel. Alta, fuerte y bien formada, tenía músculos fuertes que hacían atractiva su piel. Llevaba el cabello corto, lo que realzaba su alta estatura y su constitución física daba la idea de una persona preparada para afrontar cualquier situación.
Frente a la Universidad Pedagógica se encontraba la Universidad de Medicina, la cual era reconocida como una de las universidades más famosas e importantes del país. Justo a un lado, estaba la Universidad de Economía y Finanzas. Debido a la proximidad entre las universidades, era muy común que los estudiantes de las tres instituciones salieran juntos.
En la vida anterior de Caroline, cuando cursaba el último año de la carrera, las organizaciones estudiantiles de las tres universidades se juntaron para celebrar diferentes eventos competitivos. Dentro de esos eventos, se efectuó un concurso de debate, y precisamente en la última jornada de ese concurso en particular, conoció a Edwin Han, quien fuera alumno del rector de la Universidad de Medicina. Como Caroline, Edwin también era alto y tenía el pelo corto. Sus hombros anchos y fuertes se unieron a un rostro que parecía dibujado por un artista, para convertirlo en un espécimen maravillosamente raro, de ojos sesgados y nariz impecablemente recta. Sin embargo, lo mejor de todo era su temperamento noble y las buenas maneras de su comportamiento. Desde el primer día que lo vio, Caroline sintió un atracción irresistible hacia él, y desde entonces no pudo alejarlo de sus pensamientos. ¡Parecía el legendario caballero de brillante armadura!
Más tarde descubrió que era estudiante de maestría y que era dos años mayor que ella. El padre y el tío de Edwin se desempeñaban en el mundo de la política y la madre era directora, pero a él no le atraía nada de esto, y se matriculó en medicina a espaldas de sus padres, puesto que era la carrera que más le apasionaba en el mundo y estaba dispuesto a luchar por ella. Después de graduarse, no aceptó trabajar como funcionario público como querían sus padres. En cambio, optó por continuar sus estudios. Sus padres habían decidido dejarlo en paz, no sin antes suspenderle todo tipo de apoyo económico.
Pero, afortunadamente, Edwin era un estudiante brillante, y fue el primero de su clase en todos los años, por lo que no le fue difícil obtener becas que le ayudaran a pagar los estudios. Se había afiliado a la organización estudiantil de la universidad durante su primer año, y desde entonces se ganó la estima de los profesores debido a su alto rendimiento académico.
Desde el primer encuentro Caroline comenzó a perseguirlo con vehemencia, y a pesar de que su compañera de cuarto tuviera ciertos recelos en cuanto a Edwin, ella no sesgó en su empeño. Su amiga tenía que estar equivocada. Entre las cosas que hizo para lograr aproximarse a él fue ingeniárselas para participar en los dobles mixtos de bádminton y no se rindió hasta convertirse en su compañera de equipo. Caroline había logrado llegar hasta el círculo más cercano de Edwin, pero aun así no lograba que él se interesara por ella, al contrario, pensaba que era una chica muy impulsiva, y eso no le agradaba.
Pero los acontecimientos no siempre se desenvuelven de la manera en que fueron planeados.
En una ocasión, Edwin asistió a la fiesta de cumpleaños de un amigo y allí encontró a Caroline. El chico no estaba acostumbrado a beber alcohol, y apenas una botella de cerveza le era suficiente para perder la cordura. Como resultado de la embriaguez, Edwin arrojó accidentalmente un poco de vino sobre la camisa blanca de Caroline, y terminaron enrollados y borrachos en una habitación vacía al lado de la cabina del karaoke.
Caroline nunca olvidaría lo torpe que fue el 'perfecto' aquella noche. Puede que fuera un as en bádminton, pero en esa ocasión la competencia era de tiro, y aunque tenía la pistola bien cargada, no había manera de que apuntara al blanco. La chica no se quedaba atrás, también era una principiante, así que los dos dieron vueltas en la cama durante media noche antes de terminar lo que tenían que hacer.
No sabía cómo se sentía él con toda la situación. En cuanto a ella, había descubierto que no tenía nada que ver con aquel momento de éxtasis que le querían vender las películas, excepto el impacto violento y el dolor del desgarro. Caroline nunca olvidaría aquella expresión de su rostro después que todo terminó. Solo quedaba frialdad en su mirada luego de haber desfogado toda la lujuria con ella. ¡La miraba como si fuera una estatua!
"Lo siento", dijo de una manera cortante.
"No te preocupes. Yo quería hacerlo", respondió la chica también en un tono indiferente, puesto que el aire previamente cálido en la habitación se había enfriado de manera repentina.
"No puedo darte lo que necesitas, ni material ni espiritualmente".
"¿Qué quieres decir?", preguntó ella.
El chico se sentó y comenzó a hablarle con paciencia: "Quiero hacer un doctorado y el dinero apenas me alcanza para sobrevivir. No me puedo dar el lujo de tener una relación en este momento".
Ella sonrió, "Bueno, me voy a graduar pronto. Conseguiré un trabajo y ganaré algo de dinero".
Edwin suspiró y dijo con impotencia: "No. Ahora no quiero preocuparme por nada más que mis estudios".
Ella entendió lo que quería decir, pero continuó insistiendo. "Entonces... ¿Cuándo piensas que podrás comenzar una relación?".
"Incluso si valorara esa posibilidad, no sería contigo".
"Bueno, de acuerdo", ella forzó una sonrisa, sin saber qué más decir.
"Lo siento", murmuró.
"No importa. No necesitas pedir perdón. Conectarse así está de moda ahora. No es la gran cosa".
"Aún así lo siento. Me emborraché. Yo... No sé cómo llegamos a este punto. No pude controlarme. Si necesitas ayuda en el futuro, cuenta conmigo. Siempre que esté en mis manos te ayudaré". Quería compensar de alguna manera todo el desorden que había provocado.
Ella comenzó a vestirse. "Puedo pedir cualquier cosa excepto que te cases conmigo, ¿verdad?".
Él sonrió amargamente pero no respondió.
Esa noche marcó el comienzo de Edwin Han y Caroline Feng.
Desde aquella aventura, Caroline no volvió a contactarlo, y cada cual siguió su camino. No fue hasta un mes después que apareció el problema. Su período se retrasó una semana. Evidentemente, ¡estaba embarazada! Después de dudarlo por algún tiempo, decidió contarle a Edwin.
El joven permaneció en silencio por un largo rato, hasta que finalmente dijo: "Mañana compraré algunos regalos e iré a conocer a tus padres. A fin de cuentas necesitaremos su consentimiento para casarnos. Mi familia y yo tenemos una relación pésima, y tus padres tendrán que ayudar a cuidarte cuando des a luz".
Caroline nunca había estado tan feliz.
Su boda fue muy sencilla. No hubo vestido de novia, foto de boda, ni ceremonia formal. Simplemente se preparó una cena familiar y eso fue todo. Para evitar a sus padres, Edwin se mudó a un pequeño pueblo de otra provincia para ejercer la medicina. Esto hizo que sus padres detestaran a Caroline aún más, pues pensaban que ella era un lastre en la vida de su hijo, para quien tenían mejores planes. Los padres de Edwin no solo se negaron a ayudar a su esposa, sino que también la llamaban de vez en cuando para burlarse de ella. Caroline acudió llorando a su madre para contarle, pero esta lo único que hizo fue entristecerla aún más. Le dijo que ella había sido la primera en actuar de manera insensata y que por tanto debía soportar las consecuencias de su comportamiento.
Cuando tenía ocho meses de embarazo, una mujer llegó a la casa y afirmó que era la prometida de Edwin. Enfadada, llamó a Caroline mujerzuela por haber seducido a su futuro marido mientras ella estaba de viaje en el extranjero. Ese día, la madre de Caroline se encontraba en la casa y se enfrentó a la mujer. Caroline siempre había sido buena peleando, así que también la abofeteó con fuerza y la golpeó mucho. Ella y su madre ganaron al final, pero Caroline sufrió una gran pérdida. Su bebé nació prematuro y, para empeorar las cosas, la hemorragia no se detenía.
Ibiza fue invitada a un evento importante de la empresa para la que trabaja y allí se encontró con una desafortunada situación. Sin que se dieran cuenta le suministraron un fuerte afrodisiaco, el cual la hizo pasar la noche con un hombre supuestamente desconocido. Sin embargo, aquel hombre resultó ser uno de los hijos de su jefe, pero todo se tornó complicado cuando producto de esa noche ella quedó embarazada. ¿Qué sucederá cuando un padre rechace a su bebé sin haber nacido y encima de eso pretende que lo aborten? Esa es una buena pregunta si resulta que años después regresas en busca de perdón para enmendar el error que jamás debió de haber sucedido.
Lucia Meller es mi vida, me enseño amar, me enseñó a adorarla, me mostró el mundo de forma diferente, le di todo lo que la vida me ofrecía, y se ha ido; se llevó mi vida, mi amor, dejándome el corazón y el alma hecha pedazos. Ahora me duele respirar, me duele amar, me duele la vida. La quiero, jamás podré volver amar a alguien como la ame a ella; la quiero de vuelta, la quiero conmigo, a mi lado donde pertenece; pero por más que la busco no la encuentro, es como si la vida me la hubiera arrebatado y eso me duele, ella me enseñó que se puede matar a un hombre, aunque se conserve la vida, sin embargo, me canse, no puedo llorar por alguien que no me quiere amar y aunque duele, hoy después de casi dos años le digo adiós a mi sirena; después de todo soy Gabriel Ziegermman. Un año desde que me aparte de Gabriel y mi vida dio un giro de ciento ochenta grados, amar a ese hombre es lo mejor que me ha pasado en la vida, a él le debo el hecho que hoy esté viva y tener a mi lado a mi mayor tesoro, él me enseñó que lo que se desea con el alma se obtiene, pero también me enseñó que amar duele, que su amor duele, a él le debo el dolor más grande, porque dejo de amarme, no fui suficiente para él, me enseñó que su madre, su exnovia y su destino no están conmigo, y aun así lo quiero de vuelta, sé que sus prioridades cambiaron; yo solo pedía una verdad sin embargo él prefirió engañarme y dejarme.Lo quiero olvidar y lo quiero conmigo, aunque no se lo merezca, pero como hago si amar ese hombre es mi arte. Ahora estoy de vuelta y lo único que quiero es tenerlo a kilómetros de distancia, porque me enseñó que yo también tengo derecho a cambiar mis prioridades. Novela registrada N ISBN 978-958-49-7259-0 Está prohibida su adaptación o distribución sin autorización de su autor. Todos los derechos reservados all rights reserved
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