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Dos muchachos que apenas han tenido contacto el uno con el otro, se darán cuenta rápidamente que tienen más en común de lo que creían; o por lo menos eso parece.
Dos muchachos que apenas han tenido contacto el uno con el otro, se darán cuenta rápidamente que tienen más en común de lo que creían; o por lo menos eso parece.
Eran las 7 p.m. miércoles. Ben era de los típicos que se acostaban en la cama por horas a no hacer nada más que ver a la pared hasta que su sistema le exigiera moverse para ir a comer algo. Saltó de su cama rumbo hacia la cocina y bajó los escalones de dos en dos, para después saltar los últimos cuatro escalones.
En la televisión se alcanza a ver su serie favorita a todo volumen, justo después del noticiero. Aunque Ben estaba a nada de entrar a la universidad, no cambiaba por nada su gusto culposo por los Picapiedra. La cena de esa noche sería un delicioso cereal cocinado por él mismo, ya que su madre no tenía energías de cocinar; Regresaba tan cansada del trabajo que lo último que le diría sería que le preparara cena a su hijo aparentemente independiente de 18 años.
La relación de Ben con su madre es icónica, jamás había escuchado de una relación tan estrecha como esa, ambos simplemente se conectaban el uno con el otro, siempre sabían cuál era el sentir de cada quien en cualquier momento. Aunque Ben siempre menciona que Diana ha sido una de las personas más enojadas del planeta, las peleas de ambos eran dignas de un premio por sus grandes actuaciones, había de todo; drama, miradas intimidantes y una que otra mención de palabras poco prudentes.
Él procedió a interrumpir a su madre en lo que parecía un sueño considerablemente ligero, lo suficiente para que no se enojara por haberla despertado.
¿Sabes Diana? -Dijo Ben haciendo enojar a su madre por llamarla por su nombre-. Considero una buena opción la "universidad de la cumbre", tienen uno de los mejores equipos de natación del país, además de tener intercambios hacia Estados Unidos y Canadá, ¡Canadá! -Ben le dio una cucharada al cereal que se desbordó de leche, los fruit loops no eran sus favoritos, pero sí los de su madre, he ahí por qué esos eran los que se encontraban disponibles en casa-
Era amante de la natación, amaba nadar por horas y horas hasta que sus brazos se cansaran, tenía tanto interés en nadar que podía ser muy posible el hecho de que esa fuera una de las razones, sino que la única por la cual había mencionado dicha universidad.
Su madre un poco desconcertada por la forma en la que la despertó Ben, y por la forma tan extraña en la que se había quedado dormida (los pies casi en la parte de arriba del sillón, y su dorso a punto de caerse al suelo). Pensó que era increíble que Ben no hiciera nada para colocarla en una mejor posición. Después de acomodarse y sentarse correctamente, se trató de arreglar la coleta y acomodó su enorme playera de los Beatles con la que solía dormir.
Me gusta más la "universidad Verlí", es más familiar. Tiene actividades con los padres y un bonito campus en general.
Es como un colegio mamá, y quiero salir huyendo de allí, no entrar a algo igual o peor. -No es que su vida escolar fuera mala, pero creía que ya era hora de tomar un rumbo diferente. -
Ambos seguían dando ideas acerca de universidades a las cuales Ben podría entrar. Cuando su padrastro llegó de trabajar, cerró la puerta de manera ruidosa y se acercó a los dos con su rostro un tanto enfadado, aunque era difícil de notar debido a sus cejas tan pobladas y la poca visión que se podía tener de sus ojos.
¿Crees que tu madre podría pagar o siquiera imaginar pagar una de las universidades de las que estás mencionando?
Fred ni siquiera saludo, ni mucho menos escuchó la conversación completa. Ben consideraba a su padrastro como algo muy parecido a un padre; había estado presente desde que él logra retener información. Siempre ha tratado de apoyarlo, o bueno, lo intentaba.
Buenas noches, Fred, ¿qué tal tu día de labores? ¿quieres comer algo? -Cuando Ben era sarcástico, no había manera de no notarlo. Casi acababa de comer y haciendo el mayor ruido posible terminó de tomar lo que había quedado de la leche en el tazón.
Hablo en serio, ninguna de las universidades que mencionas está al alcance de sus gastos, y con tus promedios... ni siquiera podemos pensar en aplicar a una ayuda económica de ningún tipo. Sabes que no lo digo para bajarte de las nubes, es sólo que considero que deberías investigar un poco sobre algunas universidades que tu madre sí pueda pagar.
Ni siquiera dejó a Ben responderle cuando dejó el comedor.
Esa noche Ben no dejó de pensar en las palabras de Fred, sabía que su madre no estaba muy bien económicamente pero nunca había pensado en la posibilidad de que no pudiera pagar la universidad.
Subió sin las mismas ganas con las que anteriormente había bajado los escalones y se dirigió a tirarse sobre su cama. El único movimiento que hizo fue colocarse los audífonos y darle play al aleatorio.
Apenas durmió... pasó la madrugada pensando en todo lo relacionado con la universidad, con su vida. Por la mañana sintió como vibraba el celular mientras sonaba Red lights bajo su almohada, luego de apagarlo se dirigió a darse una ducha, era su parte favorita del día. Salió volando de la ducha, revolvió su cabello en varias direcciones siendo ese su peinado del día, y corrió a vestirse, su hoodie morado, unos jeans negros y sus converse blancos. Saltó casi la mayoría de los escalones y no cruzó ninguna palabra con Fred, corrió directo a la cocina para tomar un jugo de frutas y una galleta, se despidió de su madre con un beso en la mejilla y sólo le dio una palmada en la espalda a Fred en forma de despedida. Lo último que escuchó fue a su madre pedirle que comprara jugos de naranja porque el que había tomado era el último, lo cual ni siquiera había notado.
Justo en el momento en el que cerró la puerta de su casa se topó con su mejor amigo, Franco, quién sonrió al darse cuenta lo apresurado que iba a pesar de tener tiempo suficiente para llegar. Luego de un abrazo y un golpe en el hombro, ambos empezaron a caminar rumbo al instituto. Se conocieron cuando Ben acababa de mudarse a la capital hace alrededor de 5 años, y desde el primer día se llevaron de una manera espectacular, coincidieron por completo. Aunque en realidad, hacer amigos en ese entonces era tan fácil como preguntar cuál era tu caricatura favorita en la televisión, la cual, por supuesto, también eran los Picapiedra.
Justo en el momento en el que Ben iba a hablar Franco le robó la palabra.
¿Sabías qué hay una nueva serie en Netflix que se trata sobre casas embrujadas? ¡Tenemos que verla! El que llore de miedo primero le debe una pizza completa al otro. -Franco era cordial y amable. Aunque, para el gusto de Ben, un poco gritón.
Era atractivo a la vista de muchos; sus cejas eran gruesas, pero bien cuidada; su piel, morena; medía aproximadamente y según las especulaciones de Ben, un metro ochenta y dos, aunque no dejaba de ser un poco más bajo que Ben-.
-Basta Franco, no estoy para juegos en este momento. Sabrina no me contestó en toda la noche y sigue sin escribirme, no sé por qué se enojó tanto conmigo por lo de la fiesta, ella sabe que he estado esperando esto desde el comienzo del año escolar, es nuestra primera fiesta como Seniors, tengo que ir.
-Ben, por lo menos tienes alguien que se enoje contigo por ir o no ir a una fiesta; yo aún no encuentro la manera de decirle al portero guapo de nuestro equipo de fútbol que estoy enamorado de él desde que entró a la escuela. Aunque eso sonaría un poco acosador teniendo en cuenta que entró en el kinder...
-Podrías decírselo en la fiesta del viernes, sería el ambiente perfecto, alcohol, música a todo volumen y amigos que te alegren si algo sale mal. Tengo una idea. -Ben, como siempre con ideas poco convencionales-. Podrías llegar de una manera casual, preguntarle algo de la escuela... ¿Te imaginas? Te verías como un intelectual guapo con ganas de platicar acerca de cosas interesantes sobre alguna materia. Luego, cuando comience alguna canción, no importando cual sea le dices: "¡Qué buena canción! ¿No? ¿Qué te parecería ir a bailar?" Y seguido de eso lo tomas y desprevenido y sin que ninguno de los dos lo piense, se besan.
-Que gracioso eres, imbécil. En realidad, creo que no es una idea tan mala. Pero en definitiva hablaría sobre algo que no sea tan aburrido como una materia del colegio.
El colegio realmente no quedaba muy lejos de las casas de ambos, era casi una tradición que ambos fueran caminando, siempre discutían de cosas que querían que pasara en el trascurso del día y lo que había pasado el día anterior, había días en los que estaban tan perdidos en su conversación, que tomaban el camino largo para poder tener tiempo de mencionar todo lo que querían antes de entrar a clases.
Al llegar por fin al colegio, ambos muchachos se encontraron con su grupo de amigos, los cuales casualmente se encontraban hablando sobre la famosa fiesta del viernes.
-Todos tenemos que ir, no es pregunta. -Diego era como la cabeza del grupo, siempre dirigía las decisiones, aunque nunca forzaba a nadie a hacer lo que él dijera, era directo y convincente, cuando él decía algo así, en definitiva, no era pregunta, además que todo el grupo genuinamente quería ir a dicha fiesta-.
Todos estaban de acuerdo, era una de las fiestas más importantes de su último año escolar y tenía que ir. Incluso Ben asintió a pesar de que Sabrina se había negado completamente, encontraría la manera en la que no se enojara con él por ir.
Las clases para Ben ya eran las mismas aburridas de siempre, maestros aburridos con temas aburridos. Era el típico niño que no se esforzaba, pero de alguna y otra manera no le iba tan mal.
Cuando las clases terminaron, Ben se dirigió como era de costumbre a la clase de Sabrina, para ir a comer algo después, y para su sorpresa, ella sí lo saludo y sí acepto ir a comer algo con él. No eran de tomarse de la mano o ser muy cariñosos en público, Sabrina creía que era ridículo hacer ese tipo de muestras de cariño frente a los demás. Al llegar a la cafetería, Sabrina parecía todo menos enojada. Hacia chistes relacionados con las clases. Y como su amiga Daniela había tenido un accidente "de niñas" a media clase. Así que, aprovechando la felicidad que demostraba, Ben interrumpió casi tartamudeando.
-Res... respecto al viernes, ¿Estás totalmente segura qué no puedes ir? ¿Y si te escapas de tu casa? Puedes decir que una de tus amigas tuvo una "súper emergencia" y que tuviste que ir a su casa a ayudarla, y de paso te quedas a dormir con ella. Vamos Sabrina, ¡Tenemos que ir!
-Claro, a mi amiga le surgió un problema 'urgente' justo el día de la fiesta a la que no me dejaron salir y además de eso casualmente me voy a quedar a dormir con ella. Suena muy verdadero. Ya te dije que no puedo ir, mis papás piensan que es mejor que me quede en casa a que vaya a ponerme borracha a una fiesta, y la verdad estoy de acuerdo.
A veces Ben no entendía cómo podía estar con Sabrina. Es cierto, era una chica carismática y atenta que siempre tenía detalles con él, además que besaba como ninguna. Era inteligente y le gustaban las películas de comedia romántica como a él. Pero a veces sentía que no tenían nada en común. Ben era de fiestas, le encantaba salir con sus amigos a donde fuera con tal de ir a divertirse. Le encantaba salir a cualquier lado mientras esto fuera sinónimo de diversión y experiencias, cuando se encontraba en esas situaciones, se desconecta de todo y sólo quiere gozar del momento. Sabrina era más calmada. Nada de salir, nada de fiestas, nada de nada. Consideraba todo esto en una pérdida de tiempo por completo. Además, ella misma decía que tenía que mantener su promedio para poder ir a la universidad de sus sueños. Mientras que Ben, vivía al día.
-Está bien, si tú no tienes intenciones de ir no puedo obligarte tampoco, pero yo sí iré. Estuve esperando esta fiesta mucho tiempo para no ir, estoy muy ilusionado con esto. -Ben sonaba un tanto molesto por la forma de actuar de su novia-.
-Has lo que quieras, prefieres ir a fiestas o a cualquier lugar que sea 'divertido' antes de estar con tu novia, y quien sabe, tal vez tu futura esposa. Y la verdad sí me gustaría que me eligieras a mi antes que a tus amigos, porque como repito, yo soy tu novia y por lo mismo...
Ben dejó de escuchar en el momento en el que escuchó la palabra "esposa". ¿"futura esposa"? ¿Cómo puede estar pensando ya en casarse? ¡Ni siquiera hemos entrado a la universidad y ella ya quiere casarse! -Ben pensaba casi en voz alta-. No quiero casarme en este momento, ni en unos cuantos años, ¡Ni en muchos años!
Se dio cuenta que Sabrina seguía hablando así que decidió seguir.
-No lo veas así, pero yo sí quiero ir e iré, perdóname. No te enojes, no lo estoy haciendo para que tengamos una pelea, es sólo que no quiero dejar de hacer cosas que me gustan sólo porque a ti no te parecen correctas...
Sabrina no lo dejó terminar, se tomó su último sorbo de gaseosa y sin despedirse se alejó de la cafetería dejándolo sólo sentado en la mesa.
Salió de la cafetería despacio, la verdad no se sentía mal por la discusión, en realidad seguía molesto por como Sabrina estaba abordando la situación, y el cómo lo había dejado en media conversación, en medio arrebato de ira. Pagó la comida y se despidió de Sandy la cocinera, quien sólo le dijo "Tienes razón, chico". Claro que tenía razón, Sabrina no podía decidir por él, aunque quisiera o se enojara.
De regreso a casa, Ben iba caminando justo en medio del camino, por alguna extraña razón no había automóviles pasando por el lugar. El día estaba soleado, el sol estaba a unos 45 grados según el para nada experto de Ben, perdido en una nube que en su imaginación parecía un tomate, se topó con la imagen de una naranja en su memora. Tenía que pasar por unos jugos de naranja que su madre le había pedido. Cruzó la calle rumbo a la tienda, mientras seguía hundido en el mar de sus pensamientos. Consideraba que era mejor comprar naranjas naturales y hacer los jugos por su cuenta. Al fin y al cabo, sería hasta más económico. ¿No? Sin hablar de lo nutritivo que sería tomarlo directamente de la fruta...
Estaba él perdido en sus pensamientos como era de costumbre, cuando se escuchó el timbre del establecimiento, eran dos muchachos que parecían tener su edad los que habían entrado, sin embargo, no los conocía. Se dirigieron al área de refrigerios que estaba justo al lado de los jugos, así que Ben podía escuchar la conversación claramente. Estaban hablando sobre cosas banales hasta que uno de ellos mencionó las actividades padre e hijo que tendría el fin de semana. No de muy buena gana.
-El domingo iremos con mi padre a jugar futbol, me ha comentado que quiere meterme a un equipo para jugar profesionalmente pero realmente no sé si eso es lo que me gustaría. Yo soy más de artes, no lo sé, algo como pintura en óleo o música, no soy tanto de deportes, pero es algo que no se puede discutir con él. Siento que a veces quiere que sea como mi hermana, pero creo que es muy tarde para intentar entrar a las nacionales de futból ¿No crees?
-Los adultos son muy raros de entender, el mío está loco. Quiere que aprenda a pescar el domingo. A mí no me gusta ni siquiera estar cerca del agua. Titanic me traumó, y mucho.
Ambos muchachos siguieron la conversación cuando en el momento vinieron algunos recuerdos a la memoria de Ben, su madre siempre quiso intentar hacer ese tipo de cosas con él, aunque no le gustara. Su madre a decir verdad estuvo en el equipo de futbol cuando fue joven, a pesar de eso, a él siempre le llamó más la atención la natación, así que no funcionada muy bien la idea de que ella le enseñara a nadar, no por nada malo, pero no era su fuerte.
Regresando de su mundo de pensamientos intentando recordar que más le había pedido su madre. Giró sin pensar y justo se tropezó con Lena, quien apenas y logró reaccionar al sentir como un chico aproximadamente 15 centímetros más alto que ella estaba practicante cayéndole encima. Ocasionando que se cayera una de las ocho cervezas que llevaba en sus brazos.
-Perdón, estaba distraído pensando en...
No lo deja terminar.
-¿En la fiesta del viernes? Es decir, todos están pensando y hablando de eso, pareciera que fuera el único tema de conversación que todos tienen estos días. En realidad, yo creo que es estúpido...
Lena es siempre muy espontánea, muchas veces dice las cosas sin pensar, a los ojos de Ben, una persona bastante curiosa. Lo espontáneo era un detalle que a él le parecía hasta cierto punto tierno.
Ella lo ve a los ojos y sonrió. Parecía que la confianza entre ellos era bastante natural, como si fuera conexión.
-¿Vamos a casa juntos? Así me ayudas con estás. -Lena vio las cervezas con mirada picara, de una manera tierna; Ben pensaba que eran muchas cervezas para una sola persona en un jueves por la tarde-.
-Lo que órdenes. Seguido por un guiño natural, difícil de diferenciar con un simple parpadeo.
Lena y Ben han sido amigos desde que se mudaron a la ciudad, Lena vive a unas casas de Ben y Franco, pero ella tomaba un camino totalmente diferente para ir al colegio, llega casi 15 minutos después que ellos y siempre lleva un panecillo en sus manos. Entraron al mismo tiempo al colegio y son buenos amigos desde entonces. Ambas madres se conocieron en una reunión de padres, pero jamás fueron más allá de eso. Pese a esto, Lena y Ben se consideraban muy buenos amigos.
Ambos iban caminando rumbo a sus casas, ahora ambos iban justo en medio de la carretera, mientras que lena caminaba dando pequeños saltitos entre cada paso que daba, Ben le veía detenidamente, Lena realmente le causaba intriga con su personalidad, su forma de ser... como y quien era ella en general. Ambos iban callados disfrutando del silencio del otro cuando Ben interrumpió dicho silencio.
-¿Por qué crees que es estúpida la fiesta del viernes? Es nuestra primera fiesta como "senior", suena divertida. -Ben suena un poco, bastante, interesado en la respuesta de Lena-.
Lena lo mira de reojo sin dejar de prestar atención a la mariposa que se había cruzado por su camino.
-En realidad, no lo sé, no me llama la atención... -Ben notó por mucho como evadió el tema-. Y tú, ¿irás? Sabrina no es muy de ir a ese tipo de fiestas, es más 'relajada'. -Lena hizo énfasis en la palabra relajada porque conocía bastante bien a Sabrina y a sus padres, más de lo que a ella le gustaría-.
-En realidad, me encantaría ir, he estado esperando esta fiesta desde siempre... es como empezar a despedirte de este tipo de vida y empezar a darte cuenta que tu vida tomará un camino totalmente diferente...
Siguieron caminando, aunque esta vez Ben tomó a Lena del brazo para hacerla a un lado para que un auto pudiera pasar, siguieron caminando de manera pausada, ninguno llevaba ninguna prisa para llegar a casa.
Lena vio a Ben y seguido de esto, sin decir ni una sola palabra se acostó en la grama frente a una de las casas que se encontraban en el lugar, lo vio directo a los ojos incitándolo a que se sentara junto a ella, lo cual él hizo sin pensarlo. unos segundos después ambos estaban listos para apreciar el atardecer; aún sin decir ni una palabra hacia el otro.
No había llegado esa parte de la tarde en la que el cielo se convertía totalmente en un azul oscuro, ese que te envuelve con sólo verlo. Sino que se encontraba en esa mezcla de colores que sólo un artista podría recrear, tonalidades naranjas con pinceladas de color amarillo y largas nubes que volvían la vista en todo un espectáculo. Era la combinación perfecta, de esas que te dan ganas de que dure todo el día. Para poder apreciar su magnitud. Lo mejor de ese momento es que se puede ver a lo lejos la luna, acercándose a iluminar como sólo ella lo sabe hacer.
Estaban ambos apreciando ese momento, cuando Lena sin pensarlo se acerca a Ben. Se coloca justo a su lado y mueve su rostro para dejarlo a pocos centímetros del rostro del chico. Parecía que a Lena le gustaba realmente ver a los ojos a las personas. Baja su mirada a sus labios y comenta.
-No sabía que tenías un lunar cerca de los labios.
Sonrió después de dicho comentario, no se movió ni intentó hacer nada, pero su comentario podía decir tantas cosas que Ben realmente no sabía cómo reaccionar, Lena estaba a pocos centímetros de sus labios, pero él no se sentía incomodo, así que no se movió.
-No sabía que tenías tan grandes ojos-. Regreso lo que pensaba él que era un alago mientras sostenía la mirada con la mirada de Lena, los ojos de esta chica eran grandes y redondos, era fácil verlos durante horas y horas.
Lena fue la primera en moverse, lentamente. Para volver a acostarse en el césped y poder volver a apreciar el cielo, estaba ahora totalmente concentrada en él.
Me encanta este momento del día, cómo se van mezclando los tonos azules, naranjas, amarillos, para darnos un espectáculo maravilloso. Quisiera poder quedarme recostada aquí por siempre y poder ver este atardecer una y otra vez... -Lena vuelve la mirada por un instante hacia Ben, después de un pequeño suspiro y colocar sus manos bajo su cabeza, cambia de tema de repente-. ¿Sabes? -Dice un poco nerviosa por volver a retomar el tema-. Sobre la fiesta... Tal vez sí me llama la atención ir. Pero mi chica no tiene muchos ánimos. Creo que considera una mejor opción quedarse en casa viendo series. Y no es que esté mal o que no me guste la idea, pero, ya sabes, la verdad sí me gustaría ir...-.
-Sabrina no irá. -Interrumpió Ben-. de hecho, está molesta conmigo porque le dije que yo sí iría a la fiesta, lleva enojada ya algunos días. Pero yo he esperado por esta fiesta mucho tiempo. Y considero que ella no puede decirme que hacer y que no hacer.... Ya sé, tengo una idea. -Ben tenía la sonrisa, Lena sabía que cuando Ben tenía esa sonrisa era una idea que les traería problemas a ambos-. Hagamos un trato. Si yo voy a la fiesta, tú vas también, no quiero un no por respuesta. Vamos, será divertido y así los dos estamos juntos. ¿Qué te parece? Ya sabes que soy un muy buen bailarín.
Era sarcasmo, Ben tenía el típico apodo de "dos pies izquierdos".
Lena no acostumbra a pensar mucho en sus decisiones en este tipo de situaciones, era atrevida como sólo ella podía serlo.
-Es un trato.
Alzó su mano para que la estrechara. Él viéndola a los ojos tomó su mano con fuerza sellando el trato. Ambos se quedaron así, en silencio. Con sus manos juntas, observándose. ninguno dijo nada, sólo disfrutaban del silencio que había entre los dos.
Siguieron sentados por un buen rato, observando cómo iba apareciendo lo más hermoso para ellos, la obscuridad.
Lena fue la primera en levantarse, empezaba a hacer frío y ninguno tenía con que cubrirse. Dirigió su mirada a Ben incitándolo a que se levantara con ella. Ben dudó, hace bastante tiempo no sentía esa tranquilidad que pasar tiempo con Lena le había transmitido. Era tan natural, podían estar completamente en silencio sin que fuera incómodo por horas. Lena le transmitía tranquilidad.
Luego de unos segundos observándola, se levantó, y siguieron su camino.
Estaban frente a la casa de Lena
-Muchas gracias, Ben. Fue un gusto pasar tiempo contigo, gracias por tu ayuda y por tu compañía -Lena se miraba feliz, sonreía de oreja a oreja dejando ver sus hoyuelos, era bastante linda-.
-No te preocupes, siempre estaré para ayudarte. El trato sigue en pie, ¿verdad?
-Sí tonto, yo cumplo mis promesas.
Ben se acercó a Lena para despedirse, Lena hizo lo mismo, ambos estaban a centímetros del otro y sin darse cuenta sus labios terminaron rozándose.
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