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Tenía unas ganas inmensas de besarlo, lanzarme sobre él y enredar mis piernas en su cintura, que me besara con pasión y locura, saborear con mis manos aquel cuerpo que me volvía loca, tocarlos hasta que mis manos quemaran y volverlo loco.
Siempre sueño con contigo, tengo fantasías contigo, quisiera que la vida fuera diferente para ambos y más que estes a mi lado, cumpliendo cada uno de mis caprichos.
Mi mente día a día se vuelve más loca, loca por saber si este sentimiento por así llamarlo es mutuo o solo algo que solo mi mente controla.
He estado atraída por aquel hombre desde que tengo trece años y aunque al principio sólo era porque era guapo y muchas veces era amable conmigo con el tiempo fui desarrollando aquel sentimiento que podría decirse como anhelo por no decir una obsesión pasional, en fin, eso no es algo importante ya que por así decirlo está relativamente superado o eso creía.
Esta controversial atracción comenzó aquella tarde en donde mi hermana me llevó a un almuerzo pues conocería a su en esos momentos novio llamado Samuel aquel chico era guapo claro por suerte mi hermana tenía buenos gustos y claro tener un integrante a esta pequeña familia era agradable.
Mi hermana Casandra como le decía yo Cassey me crio desde los seis años, mis padres fallecieron cuando ella tenía dieciséis y yo seis años, la vida nos puso a ambas en situaciones complicadas y más a ella pues a su corta edad tuvo que hacerse cargo de mí, aunque tenía la posibilidad de no hacerlo, ella decidió quedarse a mi lado y no abandonarme y aunque la vida le ha retribuido muy bien ya es otra historia.
Samuel y Cassey se conocieron en la universidad pues ambos estudiaban la misma carrera y aunque Cassey desde un principio lo rechazó pues tenía una pequeña carga ósea yo, Samuel bien no se dio por vencido y aun así estaba siempre para mi hermana.
Aquella tarde que conocí a Samuel, me enteré de muchas cosas, entre ella que él era la persona que siempre mandaba regalitos y flores y otras cosas en ese tiempo tenía diez años y me cayó súper buena persona, hasta que a los dos años de relación ya empezó a frecuentar en casa.
Aunque al principio le tenía algo de recelo pues era un chico, se supo ganar mi aprecio ayudándome con mis tareas e incluso iba a mis reuniones de la escuela como mi hermano mayor, hasta una vez me acompaño a pedir dulces por Halloween, nuestros disfraces eran graciosos, yo vestida de zombie y él de muñeco de paja, mientras mi hermana se burlaba y nos tomaba fotos.
Al tercer año de relación Samuel se vino a vivir con nosotras y aunque ya estaba acostumbrada a su presencia, me gustaba porque parecía un amo de casa, ayudaba con los quehaceres, me compraba mis dulces favoritos e incluso hacía el desayuno porque la floja de mi hermana quería dormir un poco más.
El día de mi cumpleaños número trece, vinieron algunos familiares de Samuel pues mi hermana me hizo mi primera fiesta con amigos, se ganó muchos abrazos por ellos, yo estaba bailando en una pista improvisada con mis amigos cuando lo vi entrar al jardín era todo un modelo de revista.
Aquel hombre estaba vestido con un traje que lo hacía ver elegante, su cabello era color negro al igual que sus cejas pobladas y gruesas con una nariz perfilada y unos labios algo gruesos y no olvidar aquellos ojos café que te atontaban.
Mientras yo seguía en mi aturdimiento mental, mi hermana me lo presento, el cual resultaba ser hermano de samuel, DIOS ME AMPARE
A mi corta edad supe que los hombres guapos si existen, su nombre era Sebastián lo veía como un dios, y aunque era alguien serio, sabía que era abogado y tenía unos veinticinco años cuando lo conocí y me volví su fan.
Con el paso de los años comprendí que aquel hombre se volvería en una catástrofe en mi vida y más aún cuando me di cuenta de que este hombre alborotaba mis tranquilas hormonas cuando lo vi aquella tarde sin camisa caminando por el pasadizo del segundo piso, tenía el cuerpo muy bien trabajado y bueno por suerte no me desmaye porque no quería pasar vergüenza, aunque quedarme mirándolo como tonta, no fue la excepción.
A los dieciséis, aquella atracción se volvió mi condena pues no lograba sacarme a ese hombre de mi cabeza y más cuando muchas veces lo encontraba de niñero de mi sobrino pues lo recogía del jardín.
Ni que decir de aquel diario que tengo desde que lo conocía y en donde escribía todas las fantasías que tenía con aquel hombre que me VOLVIA LOCA.
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