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Seis personas están destinadas a través de diferentes animales que son los ángeles del destino, todas entre sí, ¿qué pasará cuando se conozcan y diferentes amores, pensamientos y vivencias choquen entre sí? Christian y Jack, Jack y Tomás, Tomás y Yoon, Yoon y Heen Li, Christian y Hobb. Amor, risas, sufrimiento, celos, misterio y mucho más en esta historia: Miedo al amor.
Todo comienza con un joven chico que jamás ha creído ni experimentado eso llamado amor. Desde que era pequeño, ha estado rodeado de animales, su única compañía, ya que su familia tampoco le hacía mucho caso. Pero todo eso cambia cuando conoce a dos seres que cambian su vida por completo: Christian y Mochi.
Christian era todo lo contrario a él, un chico que no puede concebir una vida sin amor, donde cree que la principal fuente de felicidad está en el romance entre personas, animales, cosas...
Mochi, por otra parte, era un elefante pequeño y bastante juguetón que fue traído al Zoo donde trabajaba Jack.
Pero no todo es tan sencillo... Al principio todo parece muy bonito, un mundo de color de rosa, pero poco a poco se va tornando en un gris amarronado que no deja ver la verdadera realidad. ¿Cómo terminará está historia? Ni yo misma lo sé.
Y aún más, cuando terceras personas se meten en la vida de estos dos chicos y las ponen patas arriba.
Las personas están destinadas, pero ¿y si son varias personas a la vez? ¿Qué pasa si las tres personas se conocen? ¿Con cuál te quedas? Es un verdadero lío, pero es la verdad. Una triste y cruda verdad.
Christian y Jack estaban destinados a conocerse, pero... ¿Por qué? Ni la escritora lo sabe, pero si hay alguien que lo sabe y es él: Mochi. Un ángel del destino que tiene un propósito que cumplir.
[...]
POV. JACK
Nunca he tenido ese sentimiento que llaman amor, ni tampoco he sentido que alguien me lo diera, ni siquiera mi propia familia.
¿Qué es el amor?
Es una pregunta que me hacía cada día, cuando me despertaba.
Solo vivía en un mundo solitario donde mi única compañía eran los animales. Siempre he vivido en el campo junto a mi padre Ho, mi madre Clara y mi hermano mayor, Axel, pero sinceramente, es como si hubiera vivido solo. Ninguno de los tres tenían tiempo para mí, ni siquiera el día de mi cumpleaños, que era olvidado por mis parientes, haciendo que lo celebrase solo. Bueno, solo no, con compañía de algún animalito que se colaba por mi ventana o encontraba en el campo.
Pero tampoco es que me haya importado la idea de haber crecido y aprendiendo yo solo, haber tenido lindos momentos en soledad o incluso, tampoco me importa mucho ver a las familias felices, con unos padres felices viendo a los animales, la naturaleza y compartiendo sonrisas, felices. ¿Por qué me debería importar, cuándo nunca lo tuve?
Algunos sienten eso llamado "celos", o "envidia", pero solo siento indiferencia. Lo único que me importa y me ha importado han sido los animales, pero en concreto ese animal.
Hace unos años -para ser más exactos siete-, empecé a trabajar en el Zoo al lado de mi pueblo con tan solo dieciséis años, donde todos los animales maltratados, exóticos, extraviados y/o perdidos, eran llevados a aquel lugar. Al principio empecé a trabajar para tener dinero y comprar videojuegos, pero después seguí trabajando para poder ver todos los días a mi amor: Mochi.
Y ahora, con mis veintitrés años de edad, él es mi único amigo, el único a quien cuento mis cosas. Es verdad que había muchos animales en el Zoo, pero con Mochi, el elefantito, tenía una conexión extraña. Aunque no me respondiera con palabras, a veces, si él sentía que necesitaba un abrazo, rodeaba su trompa en mi cintura. ¿Cómo puede ser tan malditamente hermoso?
Era pequeño, más pequeño de lo común a pesar de su edad y a causa de eso, su madre lo abandonó, y casi fue asesinado por unos cazadores furtivos que querían sus cuernos. Por eso fue llevado a este Zoo.
¿Cómo puede existir personas tan malvadas? ¡Es y era un bebé! Por eso, también tiene terror a las personas, y me pareció tierno que se acercara únicamente a mí, aunque fuera para robarme comida que tenía en un cubo.
Es un elefante solitario, que no se junta con los demás elefantes de la celda, eso no cabe duda, pero aún así, es el único que me ha demostrado un poco del "amor".
Pero hace una semana, todo cambió.
Mochi se encontraba distante, y tampoco se acercaba a mí. ¡Ni siquiera para comer los cacahuetes de su marca favorita! Solo se encontraba recostado en el suelo, sin hacer nada.
¿Estaba enfermo? ¿Estaba enfadado? Sí... Seguro que es eso. Seguro que se ha dado cuenta que mezclé sus cacahuetes con otros y no quiere hablarme... ¡O puede que sea porque ya no me quiere! Si no me habla, ¿cómo voy a saber que le pasa?
Espera, él no habla.
Esta situación me estaba desesperando, realmente. Sabía que algo no andaba bien, su mirada estaba oscura y sin vida, como si le faltase algo... Como si tuviera... miedo.
¿Pero miedo a qué? ¿A los humanos? No lo sé, pero lo que sí sé es que quiero volver a tener a mi amigo de vuelta. Quiero a mi Mochi feliz.
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