Todo lo que es duradero es lento de crear
-Louis de Bonald
Mientras más miraba el reflejo de la mujer parecida a mí, vestida de novia sobre un banco mientras la modista le tomaba las últimas medidas al vestido más rabia sentía. En definitivas cuentas yo no solo era la burla de Dios sino toda su rutina de comedia. Y mi abuelo seguramente mientras está cómodamente en su nube o desde el mismo infierno debe estar retorciéndose de risa porque su última voluntad será acatada. ¡Agg! que rabia sentía.
Que lo que tenía ganas era de quitarme el voluminoso y pesado vestido. Quitarle a la costurera sus tijeras y hacerlo pedazo, picadillo aquí mismo sin importarme un comino que el vestido haya sido de mi difunta abuela que en paz descanse y que Vivienne Westwood, lo estuviera modernizando para mí, exclusivamente.
¡Si, si, si! Era precioso y podría hacerle a cualquier mujer derramar una lágrima de boda. Una lágrima de anhelo. Pero para mí no pasaba de ser un mugroso trapo el cual quería quitarme desesperadamente porque me daba comezón y me dificulta respirar. ¡Me falta el aire!
―Ya cambia esa cara, Val.―sale del vestidor Giselle con su vestido de dama de honor largo color rosa blush con escote asimétrico anudado a un hombro.―Tu solita te buscaste este problema.―me saca en cara con su semblante de reproche y yo ruedo los ojos.
―Giselle.―masculló apretando los puños a mi lados.―deja de recordarme lo que yo ya se.―comienzo a rascarme el cuello pues tengo comezón.―Y mejor ayudarme a quitarme esta cosa que no puedo respirar.
El aire no parece ser capaz de llegar a mis pulmones y siento mucha comezón. Siento palpitaciones, un golpeteo fuerte en el corazón que me retumba en los oídos. Me sudan las manos, me tiemblan las piernas a medida que pasó el tiempo contemplando mi reflejo usando este vestido de novia.
―Yo te lo advertí.―me regaña nuevamente mi amiga.―Te dije que si seguía llevando ese mismo tren de vida tu abuelo te iba a desheredar. Y eso fue lo que hizo, bien dice mi madre: en guerra avisado se prevén muertes.―me apunta con el dedo y luego cruza los brazos sobre su pecho.