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Teira Templeton es una mujer impulsiva y dispuesta a entregar su corazón, aún sabiendo que puede ser lastimado en el proceso. Killiam Hasting es un hombre con muchos triunfos asegurados en su carrera de futbolista, pero tiene la desdicha de haber sido plantado el día de su boda. Killiam y Teira se conocen desde muy pequeños, son los mejores amigos de toda la vida y después de mucho tiempo sin verse sus caminos se cruzan nuevamente. Teira experimentará sentimientos del pasado que creía haber aplacado mientras trata de resolver el problema que los distanció, sin embargo, Kill tiene otro tipo de plan y le realiza una propuesta completamente alocada. Dos personas con carácteres diferentes y mundos completamente distintos. Dos amigos que sin pensarlo se ven en la encrucijada de dejar su amistad para siempre o luchar como nunca por lo que verdaderamente sienten. ¿Qué cosas podrían salir mal en un noviazgo falso? Requisito #1: Ser su mejor amiga.
Esto era absurdo desde cualquier punto de vista. No sabía qué era más sabio hacer o decir: «Sí, acepto» o irme corriendo de una vez por todas. Mi amigo estaba desquiciado,
claramente.
«¿Casarnos? ¿Él y yo? ¿Desde cuándo era una posibilidad?»
―¿Disculpa? ―Tenía que preguntar.
―Como me oyes, Teira, necesito que nos casemos, hay todo un plan perfecto detrás de mi propuesta ―explicó como si estuviera hablando de zanahorias en vez de un casorio 1 .
―De acuerdo, détente, no continúes diciendo tonterías. ―Lo detuve casi hiperventilando, todo lo que salía de su boca me parecía descabellado, sin duda alguna.
―¿Por qué actúas como si te estuviera pidiendo que asesináramos a mi tía Ruperta? ―me acusó con su alocada pregunta, observando mis ojos con demasiada calma, como si yo fuese la demente y él un simple ser razonable.
―La verdad es que estoy considerando el hecho de que estar encerrado tantos días en este despacho te está malogrando el cerebro, mi querido amigo ―afirmé, al mismo tiempo que me levanté de la silla que estaba frente a su escritorio.
―No comprendes ―intentó convencerme, pero lo interrumpí de inmediato.
―Lo que comprendo es que los dos somos amigos, no unos simples amantes empedernidamente enamorados que deciden fugarse a Las Vegas para que, Elvis-falso-Presley, oficie nuestra boda a las doce de la noche, ¡por Dios santo!
Dije todo aquello tan rápido que simplemente me hizo sentir como si me fuese a desmayar en cualquier momento, y con toda la razón del mundo, no podía mirarlo a la cara, porque entonces mi alma expresaría lo obvio hasta para un ciego; cualquiera que revisara mi pulso cada vez que estaba a metros de Killiam se daría cuenta de lo que en realidad acontecía en el fondo de mi corazón.
No era nada más atracción, su forma de ser me encantaba, todo él me encantaba.
―Calma, Teira, yo sé que somos muy buenos amigos y es por eso mismo que te hablo a ti de todo esto. Escucha por un momento, ya han pasado cinco meses desde mi regreso al pueblo y la rehabilitación terminó hace más de dos, mi representante exige que juegue este año sí o sí para las ligas mayores ¿sabes de qué estamos hablando, nena?
Claramente, él tenía un punto, y como lo explicó con tanta ansiedad dejó en evidencia lo que realmente me estaba pidiendo, era un compromiso muy fuerte con partes del contrato que aún desconocía.
Los dos nos quedamos en silencio, más que todo para entender a lo que él quería que yo me enfrentara, la propuesta en sí era una estrategia de publicidad oculta, todo se redujo a un estúpido pasado, a una vida que había quedado en escombros para Killiam, quien me miró cuál cordero degollado a la espera de una respuesta conforme a su petición.
No entendí muy bien lo de la propuesta de matrimonio, pero sí entendí que el hombre no deseaba pasar por el escrutinio de los paparazzi y sus miles de preguntas sobre la joven promesa del fútbol americano, es decir, sobre él mismo. Killiam había pausado su carreraantes de que algún equipo importante lo tomase en cuenta y todo por culpa de una mujer sin escrúpulos que había dejado su corazón hecho trizas en tan solo pocos segundos.
Aquella parte de su vida era todo un fracaso para sí mismo, muchos periódicos recordaban el hecho como una burla y luego añadan la lesión física que tuvo en uno de los juegos en los que debutaba por primera vez, eso lo dejó peor de lo que estaba.
«¡Puf!»
Después de esa serie de tragedias todos pensaron que el joven estrella del fútbol no se recuperaría para nada y hasta el mismo Killiam desconfió de su recuperación, por tan solo el simple motivo de sentirse lastimado, y no nada más de forma exterior, sino también interna.
Definitivamente, él tenía un punto a su favor.
Como pude, respiré profundo y cerré los ojos, derrotada, era una estúpida por aceptar su propuesta, pero en el fondo algo me decía que si no lo hacía me arrepentiría por no apoyar su locura.
Me arrepentiría por no darle la mano a mi mejor amigo.
―Solo quiero confirmar algo muy importante ―dije después de unos minutos sin hablar, nuestras miradas estaban conectadas en aquella oficina descuidada―. Siendo más fácil buscar a alguna de esas chicas famosas que solías conocer en Nueva York ¿por qué yo?
Sabía con antelación que su respuesta no implicaría nada del otro mundo más que el sencillo hecho de ser "amigos", pero de todas formas algo en mí esperaba que dijese otra cosa. Algo en lo profundo de mi corazón quería mantener la esperanza de que algún día tendría el coraje suficiente para explicar que yo sí estaba perdidamente enamorada.
―Te elijo a ti porque eres la única persona capaz de no juzgarme, solo tú sabes lo mal que la pasé todo este tiempo, no quiero regresar y ver cómo todos los noticieros apuntan hacia mí y se meten en mi vida sin permiso.
Pareció un hombre sincero, pero en el fondo sabía que solo era una fachada, así que lo dejé pasar y me centré en hacerle saber mi lado en este juego.
―No dejes que sus horribles comentarios te afecten, los que de verdad te conocen saben qué clase de persona eres, yo sé qué clase de hombre eres y lo que vales, que una batalla perdida no te detenga.
La determinación en cada una de mis palabras logró hacerme sentir un poco más valiente, si la loca idea se trataba de tener un poco más de coraje para apoyarlo y ser fuerte por él, lo haría gustosa una y otra vez. La prensa llegaría en el momento menos esperado y él no debía dar explicaciones demás debido a la ausencia en su carrera profesional.
―Sabes que no es fácil, por eso quiero fingir que estamos casados ―insistió, sacándome de mis delirios―. Así nadie se fijará en mis fracasos.
Escuché sus palabras, observando sus labios con detenimiento en cada sílaba y sentí cómo una simple palabra me lastimó en lo más profundo de mi corazón ilusionado.
«Fingir»
Fingir, como si el amor que sentía por él fuera una farsa, como si no me importara el hecho de ser su esposa o formar parte de su vida siendo más que su simple mejor amiga.
Fingir, ese era el trato, al parecer.
―¿Estás seguro de que eso es lo correcto? ―pregunté temerosa, ya que me estaba metiendo en un gran lío.
Killiam, con su altura prominente y su cara de niño esperanzado, caminó hasta el otro lado de su escritorio, hasta estar frente a mí, tomó mis manos entre las suyas de forma delicada y las apretó, depositando toda su fe en ese simple gesto, luego prosiguió con un abrazo, dejándome paralizada.
―Vas a ver que todo será perfecto, nadie se dará cuenta ―dijo, susurrando en mi oído a duras penas.
Mi mente y mi corazón recibieron el abrazo y entraron en disputa para no aceptar esa propuesta inconclusa. Mi mejor amigo buscaba una novia falsa y yo... yo buscaba el amor correspondido, buscaba entender por qué me había quedado tanto tiempo en este pueblo en vez de dejar todo el pasado atrás.
―Está bien ―acepté a medias, con mi cabeza reposando en su pecho―, pero debe haber condiciones ―agregué de inmediato, porque si de algo estaba segura era de que no quería que se aprovechara de la situación.
―Sabía que no podía cantar ¡victoria!
―Sí o sí debe haber condiciones ―recalqué para que no se confiara.
―Como tú digas, jefa ―aceptó separándose de mí para ponerse firme con una señal
militar.
«Hablando de guerras avisadas...»
―Entonces... ―dije, como quien no quiere la cosa.
―Será un matrimonio falso perfecto, nena.
«O un matrimonio de pesadillas para mí»
1 Casamiento hecho sin juicio ni consideración, o de poco lujo.
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