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Caminos Cruzados, Vidas Inesperadas En un mundo donde las expectativas y los sueños a menudo se cruzan, Valentina es una joven cuya vida ha estado marcada por la rutina y las decisiones convencionales. Sin embargo, un encuentro inesperado durante un viaje la lleva a cuestionar todo lo que creía saber sobre el amor y su futuro. Mientras Valentina navega por su propia transformación personal, descubrirá que la vida tiene una manera sorprendente de poner a prueba nuestras elecciones. A medida que las vidas de Valentina y sus nuevos amigos se entrelazan, cada uno debe enfrentarse a sus propios miedos y deseos. Entre risas, lágrimas y decisiones difíciles, Valentina encontrará la fuerza para perseguir su propio camino, aprendiendo que, a veces, el destino tiene planos más grandes de lo que podemos imaginar.
Capítulo 1: Encuentro Inesperado
Valeria había tenido una mañana difícil. Todo comenzó cuando se despertó tarde, el despertador no sonó y, para colmo, al abrir la puerta de su apartamento, se encontró con que su vecino había dejado la bicicleta bloqueando el pasillo. Ya iba tarde al trabajo, y además, se había derramado café sobre su blusa favorita. Bajo la lluvia torrencial, corriendo para llegar a su coche, se dio vuelta apresurada por una esquina y... chocó contra alguien.
Los papeles volaron, y Valeria sintió que el colapso era inminente.
-¡Mira por dónde vas! -gritó Valeria, mientras intentaba recoger los papeles que estaban dispersos por la cera.
-Oye, tranquila, tranquila -respondió Diego, agachándose también-. Fue solo un accidente, ¿vale? Estoy tratando de echarte una mano.
-¡Claro! Porque eso arregla todo... -replicó Valeria, sin levantar la vista-. Mis documentos están empapados.
Diego intentó sonreír.
-Vaya, definitivamente te levantaste con el pie izquierdo, ¿eh?
- ¿Y tú nunca aprendiste a caminar sin atropellar a la gente? -dijo Valeria, mirándolo con frialdad.
-Auch, eso dolió -dijo Diego, sin perder la calma-. Aquí, toma tus papeles.
Valeria tomó los papeles de mala gana.
-Gracias... supongo.
Diego la observó y sonrió.
- ¿Qué tal si te invitamos a un café para compensarte? -sugirió, intentando romper el hielo.
-No tengo tiempo para los cafés -respondió Valeria, mirando su reloj.
-Bueno, tal vez nos topemos de nuevo mañana... misma hora, mismo lugar -bromeó Diego, con una sonrisa.
Valeria suspiró y no pudo evitar una pequeña sonrisa que trató de ocultar.
-Muy gracioso. Solo asegúrate de mirar por dónde caminas.
Antes de que todo se desmoronaba, Valeria y Adrián eran inseparables. Pero las cosas comenzaron a cambiar cuando él empezó un nuevo proyecto en su oficina. Las largas horas en el trabajo, las excusas, la falta de atención... Valeria notaba las señales, pero se negaba a aceptarlo. Hasta que una tarde, todo se vino abajo.
-¡Sorpresa! -dijo Valeria, al entrar al apartamento con una bolsa llena de ingredientes para una cena especial-. ¡Adrián, hice tu plato favorito!
Al entrar al salón, escuchó risas. Valeria frunció el ceño y se acercó despacio. Su corazón comenzó a latir más rápido. Al llegar, los vio: Adrián y Carla, su amiga más cercana. Estaban en el sofá, besándose como si nada más existiera.
-¿Qué... qué está pasando aquí? -preguntó Valeria, su voz llena de incredulidad.
Adrián y Carla se separaron de golpe. Carla se puso de pie rápidamente, sin poder mirarla a los ojos.
-Valeria... yo... esto no es lo que parece -balbuceó Adrián, poniéndose también de pie.
-¿No es lo que parece? -Valeria miró a ambos, sus ojos llenándose de lágrimas-. ¿Cómo pudiste, Adrián? ¿Con ella?
Carla intentó acercarse.
-Valeria, por favor, yo...
-¡No me hables! -exclamó Valeria, su voz quebrándose-. ¡Eres mi amiga! ¡Confié en ti!
Carla bajó la mirada, dio un paso atrás y salió corriendo del apartamento. Adrián intentó acercarse a Valeria.
-Fue un error, Valeria. No sé en qué estaba pensando. Yo... te amo.
-No te acerques -dijo Valeria, levantando una mano-. No vuelvas a decirme que me amas. Porque si esto es amor, no lo quiero.
Adrián se quedó parado, sin palabras, mientras Valeria daba media vuelta y salía del apartamento. Esa noche se quedó en casa de Laura, su amiga y compañera de trabajo.
-Lo vi con mis propios ojos, Laura... con Carla -sollozó Valeria, apoyada en el hombro de su amiga.
-No puedo creerlo... ¿Carla? -respondió Laura, sorprendida-. ¿Por qué? Val, no es tu culpa. Ellos son los que te traicionaron.
-Pero, ¿por qué no fui suficiente? -preguntó Valeria, sus lágrimas cayendo sin parar-. ¿Por qué no pude verlo venir?
-No, no... no fue culpa tuya. Tú diste todo, Val. Ellos no te merecían, y eso es todo -Laura intentaba consolarla, abrazándola con fuerza.
El encuentro con Diego
Después de que los papeles volaran por el aire, Valeria intentó recogerlos, luchando contra las lágrimas que amenazaban con desbordarse.
-Mira por dónde vas -repetía Valeria, casi más para sí misma que para Diego.
-Oye, tranquila. Fue solo un accidente -respondió Diego, intentando ayudarla a recoger los papeles.
-Como si eso arreglara mi día -replicó Valeria.
-Bueno, al menos intenté ayudar -dijo Diego, con una sonrisa ligera.
Valeria levantó la vista y suspiró.
-Lo siento. Es solo que... he tenido un mal día, y esto es la gota que colma el vaso.
-Te entiendo. Todos tenemos esos días -dijo Diego, entregándole el último papel-. Y, aunque no lo creas, estar bajo la lluvia recogiendo papeles con una desconocida no es precisamente lo que había planeado para hoy.
Valeria no pudo evitar una pequeña sonrisa.
-Tal vez nos topemos de nuevo mañana y podamos hacerlo un poco más agradable -sugirió Diego, medio en broma.
Valeria lo miró, con una mezcla de cansancio y curiosidad.
-No estoy segura de querer otra mañana así -dijo, guardando los papeles en su bolso.
-Quizás un café podría cambiar tu opinión. Pero bueno, entiendo, a veces no es el momento -Diego se encogió de hombros, sin perder la sonrisa.
-Sí, tal vez otro día... -Valeria se acercó ligeramente, aunque en el fondo pensaba que no quería volver a dejar entrar a nadie, y menos a alguien tan despreocupado como él.
-Cuídate, Valeria. Nos vemos por ahí -dijo Diego, con una despedida ligera.
-Nos vemos, Diego -respondió Valeria, girándose y continuando su camino.
CONTINUARÁ...
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