Bajé la cabeza y me reí. Pensé que era ridículo.
Parecía haber olvidado que su vida fue salvada por mí, la doctora que le disgustaba.
La primera vez que lo vi, estaba tendido en la mesa de operaciones en coma. Yo era su cirujana principal y había hecho todo lo posible por salvarlo.
La segunda vez que lo vi, acababa de ser abandonado.
En ese momento, no podía levantarse debido al accidente de coche. Había tenido una operación de trasplante de corazón. Zoe lo había abandonado y él tenía la idea de suicidarse.
Me acerqué a él en ese momento.
Lo animé, estuve a su lado durante su rehabilitación, usé mis conocimientos profesionales para hacerle tratamiento de acupuntura y le preparé comidas saludables.
Sus piernas mejoraban día a día hasta que no era diferente de las personas normales.
En mi cumpleaños, me propuso matrimonio, diciendo que yo era un rayo de esperanza en su momento más oscuro y que lo ayudé a superar las dificultades. Sin mí, no podría vivir hasta hoy.
Dijo que podría traicionar a cualquiera excepto a mí.
Pero hoy, en mi cumpleaños, estaba con la mujer que lo abandonó hace años.
Lo que yo había hecho en los últimos cinco años se había convertido en una broma.