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Aineth una joven de 30 años casada, madre de un ñiño de 3 años, en crisis matrimonial, conoce a Ricardo Larrea, su jefe, un hombre de 54 años, apuesto , educado, agradable, Aineth queda cautivada desde el primer contacto , en la fiesta de aniversario de la empresa, Ricardo toma valor al verla sola e inician una ràpida conversación, que termina en una invitación a casa de Ricardo, comparten una velada que marca el inicio de un apasionado y secreto romance, con una sola regla: no enamorarse
Aineth
Copas, risas, baile, la fiesta estaba divertida, me sacaba de la rutina, pero recibir una llamada cada hora, arruinaba ese momento, yo debía responder, para evitar problemas con el padre de mi hijo, era la 1:00 am cuando mi celular sono, lo tome entre mis manos, me aleje un poco de la gente, respondí.
- Es tarde, ya debes estar en casa, Alex pregunta por ti- mi tono serio y molesto.
- Felipe, estoy en una reunión con mis compañeros y mi jefe no puedo irme así , como así- digo mientras mi rostro denota molestia, mi voz, seria y firme.
- Te quiero aquí antes de las 2:00 am yo no soy niñero de tu hijo- sin decir mas cuelgo la llamada.
Ricardo
Mis ojos posados en la chica mas guapa, agradable, hoy se veía hermosa con ese vestido negro entallado, su piel blanca resaltaba y sus ojos, sus ojos llenos de vida, suspire, al verla sola en la terraza, no lo pensé dos veces, me acerco, acomodo el saco y quito la corbata que estaba ahogándome, al abrir la puerta la vi de espaldas, en tono amigable y con mi español no tan bueno digo.
- Buena noche Señorita Mendez- sonrió, ella seca su mejilla , voltea la mirada hacia mi.
- Hola, buena noche- me pongo algo nerviosa estando a solas con él.
- Hace calor adentro- la forma mas tonta de iniciar una conversación, me sonrojo.
- Si, bueno yo estaba por irme- no sabia que decir ni que hacer y mi celular no dejaba de sonar, lo cual me ponia de mal humor, él me miro, algo confundido.
- ¿Todo bien?- pregunte mirandola.
- Si- intente sonreír, una sonrisa nerviosa, mis manos temblaban, al igual que mis piernas, nuestros ojos se encontraron, sus ojos verdes, su sonrisa tan sexy.
- Permíteme acompañarte es algo tarde y yo también debo irme- sonreí , me sentía tan tonto, nos miramos sin decir nada, caminamos hacia la salida, al llegar al estacionamiento otra vez su teléfono sonó , ella me miro algo nerviosa- responde, espero a que subas a tu taxi para irme – perdido en su mirada, en su perfil, suspire.
- No, es necesario- tono apenado, agache la mirada, intento no ver sus ojos, quito su saco y lo posó sobre mis hombros, su aroma, sentirlo tan cerca, me hizo sonrojar, me puso a temblar, el tipo me gusta y me siento atraida, lo acepte, el me sonrió , nuestros ojos se encontraron.
- Te invito a sentarte conmigo- me sonroje- mientras llega tu taxi- sonreí , ella se acerco, se sentó junto a mi , su perfil, su sonrisa , el café de sus ojos, con mi mano, retire su cabello, me acerque lentamente, bese sus labios, sus labios suaves y tersos, nos soltamos cuando el aire nos falto, me puse de pie.
- Disculpa- dije apenada, me levante de la banca, él me tomo de la mano.
- Es algo que quisimos los dos- ella me miro, sus ojos grandes, la sonrisa, las mejillas blancas sonrojadas, mi saco sobre sus hombros, una ligera sonrisa en mis labios, en señal de aprobación..
- Debo irme- le dije sin pedirle que me soltara, me miro.
- Quédate- no lo pensé , es algo que deseaba, desde que la conocí- te invito a tomar una copa de vino a conversar, como hasta ahora- sonreí, ella dirigió la mirada hacia mi chofer- permite, no te vayas, ahora vuelvo- camine hacia mi chofer- Fernando, vete en taxi por favor, ire solo a casa.
- Pero señor- le dije mirandolo.
- Estaré bien- el se fue, yo volví hacia donde estaba esa chica de cabello negro, ojos grandes color marron, de sonrisa hermosa, suspire, le dedique una sonrisa, camine hacia ella- estamos solos- sonreí - ¿ahora aceptas mi invitación?- la mire esperando su respuesta, deseando escuchar un si.
- Si, digo que no, ¿vas a despedirme?- levante una ceja.
- Hay mucha probabilidad- solté una carcajada- no, no estoy imponiendo, es una invitación, en estos momentos no soy tu jefe , ni el dueño de la empresa- sonreí , hace 3 meses la conocí, sonreí.
- Acepto- tenia miedo a la reacción de Felipe, pero quería estar con Ricardo, hablar con el, conocerlo más , sonreí.
- Entonces vamos- extendí mi mano, su mano se entrelazo en la mía caminamos hacia el auto, abrí la puerta, subimos, conduje hacia mi penthous, en el 9 piso de la torre mas cara del país, al llegar, abrí la puerta- pasa, ponte comoda, por favor, ahora vuelvo- ordene algunas cosas a la habitación, volví con ella, ella estaba parada observando por la venta, me acerque, admire su perfil.
- Hermosa vista- sonrisa nerviosa, una sensación extraña en el estómago, nervios.
- Cuando gustes- sonreí- eres bienvenida- tocaron el timbre- ahora vuelvo- camine hacia la puerta, tome un rosa, la botella de vino y algunos bocadillos- esta es para ti- extendí la mano .
- Gracias- sonreí , me sentí bien al recibirla hace mucho no me regalan rosas, pensé, con una ligera sonrisa dibujada en los labios, intentando no despertar, pensando que era un sueño .
- ¿Vino o Champagne?- ella me miro, con esos ojos hermosos, con esa mirada expresiva.
- Vino- sonrisa nerviosa- por favor- di un sorbo a mi bebida, una mirada coqueta acompañada de un pensamiento claro: sean, cual sean sus intenciones no pienso irme, suspire, el momento era perfecto, miradas, sonrisas, un acercamiento lento, hasta que sonó mi celular, el aclaró la garganta.
- Espero- dije mirándola, deseando que no respondiera el teléfono.
- No, es importante- no tengo intenciones de responder- El celular está en mi bolso- una sonrisa nerviosa, la conversación cada minuto se volvíaa mas interesante, el se veia tan atractivo con la luz del apartamento, las mangas de la camisa, desabrochadas, dobladas, a mi me parecia un sueño, mi sonrisa de boba, la mirada puesta en èl.
- Eres una chica muy agradable- le dije mirandola, nos acercamos a la ventana, yo movi el sofa, para disfrutar la noche, ver las luces de la ciudad, ver el amanecer , sonreí, ella me sonrío, me anime , me acerque lentamente, acaricie su mejilla, la bese, esta ves la bese durante varios minutos, nos separamos.
- Me dio hambre- soltamos una carcajada, nos miramos.
- No soy muy buena cocinera- dije mirandolo- pero puedo hacerte un sandwich- el me miro.
- Tú eres mi invitada, asi que yo cocinare para ti- me puse de pie, extendí mi mano, caminamos hacia la cocina, saque algunas cosas del mueble de la despensa, encendi la lumbre- preparare mi especilidad- guiño de ojo.
- ¿Ah si?- el guiño de ojo hizo que me derritiera por el, es tan apuesto y varonil pensé.
- Pasta- sonreí , serví dos copas mas de vino- ¿Cuentame cuantos años tiene tu hijo?- la mire.
- ¿Cómo sabes que tengo un hijo?- pregunte asustada.
- Lo comentaste en la entrevista- sonrei- te puse atenciòn, me importa saber- no dije mas me acerque, bese nuevamente sus labios, mis manos se posaron en su cintura, sus brazos en mi cuello, sus besos, su aroma, hasta que ella dijo.
- Se quema la comida- soltamos una carcajada.
- Esa comida- dije en tono serio, apague la lumbre, regrese hacia ella, pose mis manos, en su cintura, la bese nuevamente, esta vez sin intenciones de soltarla, mis manos bajaron por sus glúteos, sus piernas, levante ese vestido negro, ella no puso resistencia, sus ojos, sus labios rojos, me invitaban a seguir besandola, sus manos, desabrocharon mi camisa, la desnude en la sala, bese su cuello, su clavícula, caminamos juntos por la sala, llegamos al sofa, la bese la abrace, tuve sexo con ella, nos levantamos del sofa y nos fuimos a la cama, besos , caricias.
Aineth
Sentir su cuerpo, sus caricias, tener sexo en la sala, en la cocina, en la habitaciòn, es algo nuevo para mi, algo super sexy, una de mis fantasías eroticas, pense mientras mis manos estaban apoyadas en su pecho, nuestras caderas moviendose con tanta coordinaciòn.
Ricardo
A la mañana siguiente la vi en la cama, me acerque bese su espalda, tuvimos sexo una vez mas.
"Estaremos casados por sólo un mes. Después de eso, nos divorciaremos de inmediato". A pesar de que su bisabuelo había arreglado su matrimonio antes de nacimiento, él no creía que una mujer tan informal y movida como ella merecía ser su esposa. Poco sabían en aquel entonces que estaban destinados a estar juntos. Hiram, el CEO joven y apuesto que nunca sintió atracción por ninguna mujer, y Rachel, la belleza que de alguna manera traía mala suerte a todos los hombres con los que salía, se casaron, contra todo pronóstico. ¿Qué será de su vida de matrinomio?
Jennifer Smith era la hija del Alfa. Su familia fue destruida por traidores que venían de dentro de su manada. Su madre murió de una enfermedad; su padre fue asesinado por el Beta; y su manada fue conquistada. Sola y encarcelada, Jennifer escapó para recurrir a la manada de Dark River, donde finalmente fue esclavizada. Aunque fue constantemente abusada e insultada, nunca se rindió ni admitió la derrota. Su pareja resultó ser Anthony Jones, el príncipe licántropo del reino de Osman. El reino de Osman gobernaba sobre todas las manadas. Pero el noble príncipe parecía tener su propio secreto. El gran poder de Jennifer atrajo al príncipe y la llevaron rápidamente al campo de entrenamiento real, donde su destino cambió para siempre. Hambrienta de venganza contra aquellos que destruyeron a su familia, Jennifer se concentró con todo el corazón en el entrenamiento. ¿El príncipe Anthony rechazaría a Jennifer por su humilde identidad? ¿Qué les pasaría en el campo de entrenamiento? ¿Qué elegiría ella entre el amor y el odio? ¿Y cuál era el secreto del príncipe?
Ella se casó en secreto con una superestrella; sin embargo, su estado civil se mantuvo en conocimiento público. Ella lo amaba como a un perro, tan leal, tan sin vergüenza, pero él la alejaba constantemente solo por su egoísta razón de tomar venganza contra su madre. Después de su divorcio, ella accidentalmente se acostó con un atractivo desconocido cuyos ojos azules exudaban un atractivo sexual extremo, atrayéndola a una inevitable atracción fatal. Él era tan tranquilo y gentil, prometiéndole la felicidad eterna. "¿Ms. Cathryn Riley, se casará conmigo?" Su expresión era seria y sincera. Los dedos delgados del hombre sostenían una caja redonda de terciopelo rojo muy delicada y hermosa; dentro había un anillo de diamante exquisito. Asustada emocionalmente, ella le respondió, "He sido divorciada una vez. Espero que no me haga divorciar por segunda vez de nuevo." Keith sonrió y respondió suavemente, "Mi mundo nunca se ha centrado en nadie. Pero en los días venideros, mi mundo se centra en ti". Ella estaba tan conmovida que no pudo evitar llorar lágrimas de felicidad. Estar con él le trajo una alegría eterna y su promesa eterna reemplazó su sufrimiento por el matrimonio fracasado.
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